Ellos no pueden votar, no son clientes de nadie y tampoco pagan tributos, pero también son venezolanos. Los pacientes del Hospital Psiquiátrico El Pampero se están muriendo de hambre, literalmente: desde noviembre del 2017 hasta la fecha, tres mujeres y dos hombres fallecieron. Ninguno pesaba más de 30 kilos.
¡Queremos comida!, ¡dennos una arepa! y ¡déjennos salir de aquí! son las frases que -a gritos- repiten los 61 pacientes internados. La institución está encargada de velar por su alimentación pero a estas alturas, esta asistencia está a punto de extinción.
Un puño de carne de soya con chayota, zanahoria y repollo es el menú que se repite en la mañana, mediodía y noche, a veces lo cambian por repollo con pepino y un pedazo de melón.
Todos quedan insatisfechos. Ninguno de los tres platos diarios aporta los suficientes nutrientes que su cuerpo necesita. No consumen pollo, ni carne, ni pescado, ningún tipo de lácteos, la arepa y la pasta también desaparecieron del menú y cuando tienen suerte les sirven un vaso de jugo de guayaba o naranja sin azúcar.
Están débiles, despertaron conductas agresivas, las peleas entre ellos mismos son cotidianas. En el Psiquiátrico hay un área para que los pacientes que están en “condiciones estables”, de buen trato y encaminados a la resocialización, puedan desplazarse con algo de libertad, pero ninguno de los pacientes está apto para estar allí.
Las terapias ocupacionales ahora consisten en ver televisión o escuchar música porque constantemente se desmayan y no pueden darles herramientas de trabajo. Los bailes y las obras de teatro que realizaban también dejaron de hacerse. Su cuerpo no les da para eso, pasan todo el día pidiendo comida. Hace rato no se les ve sonreír.
El abastecimiento de alimentos está a cargo de una cooperativa pagada por Fundasalud (ente dependiente de la Gobernación de Lara) que deben despachar semanalmente. Las cantidades ahora son mínimas, supuestamente el problema se deba a que la Gobernación paga muy poco por bandeja para cada paciente recluido y las donaciones mermaron.
Ernesto Ferreira trabaja en la cocina de El Pampero. Admite que la calidad de los platos servidos a los pacientes ha disminuido en calidad y cantidad en los últimos tres años, no es un problema de ahora.
-Las meriendas que se les daba dos veces al día como avena, fororo y jugo de frutas dejaron de servirse cuando arreció la escasez de leche y azúcar, después las porciones de pollo cada vez eran más pequeñas pero ahora llegamos a un punto crítico, a servir un “puñito” por paciente y lo mismo todos los días desde diciembre.
Ferreira y otros compañeros de cocina, enfermería, atención social, limpieza y administración del Psiquiátrico, este miércoles tomaron la vía Duaca, para revelar las condiciones en que se encuentran los pacientes. Lo hicieron pese a las amenazas que recibieron por parte de sus superiores.
Explican que el problema no es sólo la delgadez y debilidad física de los hospitalizados, sino que aunado a la escasez de medicamentos que también los afecta, han empeorado las patologías preexistentes y desarrollado otras.
No son las primeras muertes por hambre
No es la primera vez que los pacientes del Pampero mueren por falta de comida. En julio del año 2016 EL IMPULSO reseñó que tres pacientes del Psiquiátrico fallecieron por desnutrición.
Audelina López (60), José Castro (65) y Gabriel Montilla (45) padecieron progresivamente los efectos de una alimentación deficiente, que sumado a la patología existente, empeoraron su condición y los conllevó a la muerte.
Para entonces, la médico familiar Yormeli Colmenárez advertía que toda la población hospitalizada había bajado considerablemente de peso, más de 10 kilos cada uno. Del grupo, entre 6 y 7 pacientes tienen desnutrición de moderada a grave, la mayoría son de la tercera edad. A estas alturas, esta última cifra probablemente sea mucho más elevada.
Ya no es referencia
El Hospital Psiquiátrico El Pampero, que por muchos años fue referencia nacional, dejó de serlo en vista de las condiciones actuales.
Desde hace años no hay psiquiatras y los pacientes no reciben el apoyo del especialista para tratar sus problemas mentales.
La carencia de tratamiento, más la inadecuada alimentación, la falta de jabón, crema dental y otros artículos de higiene personal, han hecho de El Pampero un centro “perturbador”.
Argenis Giménez, conocido como “El Loco de la Pancarta”, que lleva toda su vida de lucha por el correcto planteamiento de la problemática social del paciente psiquiátrico, apoyó la protesta de este miércoles.
Indicó que el problema de los pacientes mentales no se resuelve con donaciones, ni “paños de agua caliente”, sino que es un problema que deben plantearse profesionalmente los políticos venezolanos.
-Los políticos no nos toman en cuenta ni durante las campañas, ya eso dice mucho de ellos, nosotros llevamos una lucha por la reinserción social de los pacientes psiquiátricos, que debe ser atendida así como la lucha de las feministas… Yo hablé con la gobernadora Carmen Meléndez y con Linda Amaro, pero también se los dije a los de la cuarta República, pero no nos hacen caso.
El personal de El Pampero pide a los representantes de la Gobernación de Lara y del Ministerio para la Salud que se acuerden de atender las necesidades de este hospital que lucha por la resocialización del paciente mental, que quedó prácticamente en abandono de su familia.