Las madres venezolanas tienen una herida muy profunda. Los especialistas aseguran que se encuentran en duelo, la gran mayoría. Y las que no sufren directamente un luto, por naturaleza tienen una empatía basada en la ética del cuidado. Sin embargo, en un país colapsado política, social y económicamente, la protección es algo que escapa de las manos de estas mujeres que darían la vida por sus hijos; lo que crea en ellas un sentimiento de impotencia, que está acompañado por ansiedad, depresión, angustia, rabia e insomnio.
En Venezuela las madres están en duelo por muchas razones que convergen en grandes intensidades. La licenciada Hisvet Fernández destaca que las cifras no mienten y que cada día incrementa el número de muertes neonatales y violencia delincuencial; aunado a una rebelión popular que ha dejado un saldo de muertos, heridos, torturados y presos. Un panorama dantesco que se cimentó sobre una escasez generalizada de medicamentos y alimentos.
El oficio de la maternidad cambió sus roles en la actual coyuntura. Para poder garantizar los alimentos y cuidados necesarios a cada uno de los miembros de su familia, deben recorrer una cantidad sorprendente de abastos y supermercados, y durar largas horas en una cola para adquirirlo; mientras intentan “estirar” los salarios paupérrimos que devengan la mayoría de los ciudadanos.
Además de esto el país está en impunidad total. Según cifras de la Fiscalía General de la República, se han contabilizado 38 muertes y más de 700 heridos durante las manifestaciones de calles escenificadas en todo el país entre abril y mayo. Tan solo en el estado Lara van más de 250 detenciones. Con esto, las madres han tenido que hacer el esfuerzo para apoyar de manera incondicional la rebelión democrática de sus hijos, que se enfrenta a una represión nunca antes vista en el país, según la opinión de Fernández.
-¿Cómo es el dolor para una madre que tiene un hijo preso?
Cuando una madre tiene un hijo encarcelado, se exacerba un dolor al no poder protegerlo de todo lo que le estaba pasando, estar con él a su lado o verlo.
“El dolor es muy grande porque genera en la madre un sentimiento muy profundo de impotencia. Además la madre no recibe la asistencia necesaria por parte del Estado para superarlo. No hay canales para que las madres canalicen ese dolor que tienen porque vivimos en un sistema de alta impunidad.
Relato de una madre
Rafael Escorche Solarte fue detenido el miércoles 3 de mayo en la Piedad Sur. El joven salió del taller de grabados impresos de su familia donde labora como diseñador gráfico, para dirigirse a un concierto junto al maestro Valmore Nieves; como músico tenía un ensayo general. Sin embargo, sus planes se esfumaron en el momento que fue apresado por la Guardia Nacional, por supuestamente saquear un camión. “Habían muchas personas saqueando un camión pero en su caso, no. Él ni siquiera entendió las causas por la que los estaban deteniendo”, recordó su abuela María Guerrero.
Escorche fue trasladado al Comando Alí Primera donde permaneció ocho días en una celda. Sus familiares al recibir la noticia comenzaron un duro proceso de agonía, paralizaron por completo sus funciones y se dedicaron a buscar todos los requisitos de fianzas que les solicitaban para hacer efectiva su liberación. Su padre pidió días libres en el trabajo y vinieron familiares de otros estados a apoyar. Igualmente, contaron con la ayuda de algunos miembros de la Iglesia.
Guerrero comentó que jamás hubiese imaginado que un miembro de su familia estuviese preso y por eso entre todos se organizaron para ayudarlo; incluso hicieron “una vaca” para llevarle comida a los presos de pocos recursos, y como creen en la misericordia le dieron de comer a los funcionarios de la Fuerza Armada.
“Son muchas las madres que pasan un mal día. No es lo mismo sentir que tu hijo no tiene cómo darte un regalo a sentir que no tienes la presencia de tu hijo para darle un abrazo, y esa es la presencia más importante, esos hombros para darle un abrazo, y ese abrazo que sale del corazón”.
Félix Pacheco igualmente fue privado de libertad ese miércoles y trasladado al comando Alí Primera. Su madre Ada Valles considera que fue una total injusticia que su hijo cayera preso y ni siquiera participara en esas trancas, puesto que presuntamente solo estaba de espectador.
El hombre de 28 años de edad es la única fuente de ingreso en su hogar y mantiene a su esposa, madre y dos hijos. Su madre no contaba con los recursos para llevarle la comida y tenía que pedirle colaboración a sus vecinos. Lamentablemente pasaron días en los que no le pudo llevar ni un pedazo de pan, aunque sus compañeros de cuartel compartían todo lo que les traían.
María Torres se enteró que se llevaron a su nieto (cuyo nombre no quiso decir), luego de que llegara de hacer las compras en el mercado y no lo encontrara trabajando en el taller mecánico que tiene en su casa. Detalló que los guardias llegaron a su hogar, lanzaron bombas lacrimógenas, agarraron el portón a patadas y golpearon a su nieto para llevárselo. “Es triste andar en esto sin ninguna necesidad porque en verdad no son delincuentes, son unos muchachos sanos y trabajadores, no terroristas como los catalogaron. No estoy pensando ni siquiera en el Día de las Madres, solo me interesa que esté libre y volver a tenerlo en mis brazos”.
Jean Pierre Hernández (18) fue detenido en la Sucre hace 17 días. Su padre William Herrera comenta que tres veces al día tiene la oportunidad de pasarle comida a su hijo y conversar con él. Asegura que es lamentable la situación en la que se encuentran. No hay ningún tipo de higiene. Ellos les llevan agua porque en el recinto no hay, pero los muchachos deben escoger entre bañarse o ir al baño. Recalcó que se están enfermando y tienen manchas en la piel.
“Mi hijo es de la selección de fútbol en la parroquia Unión e iba a comenzar en la UCLA pero todo esto lo detuvo. Como padre me siento muy triste. Dejamos de trabajar, hacer diligencias o cualquier otra cosa por nuestros hijos, pero seguiremos luchando porque sabemos que habrá un cambio en Venezuela. Es un sacrificio físico, emocional y espiritual que hacemos por nuestros hijos y el país”.
Tanto Pacheco como Escorche fueron liberados bajo presentación el viernes 12 de mayo en horas de la tarde.
No quedarse en casa
La forma de liberación es activarse políticamente en las calles. La psicólogo social le recomendó a las madres que no se queden en sus casas como si fuese un problema netamente personal, dado que es social, colectivo; y al activarse con las luchas podrán sentir un bálsamo en el alma para soportar este dolor hasta que se dé la liberación de sus hijos.
“Al activarse, organizarse, apoyar a las organizaciones que están dando la cara y haciendo algo para la defensa de estos jóvenes, ellas naturalmente van a sentir que están haciendo lo que deben hacer que es proteger, luchar, dar la cara y presionar para que se logre la justicia que ellos necesitan”
Igualmente recalcó que las madres deberían unirse en una gran marcha para explicar todos los dolores que están viviendo y su disposición a la lucha, incorporación a la rebelión y democracia. “No ha habido un estado donde no exista un repudio a este sistema dictatorial. Las madres en todo el territorio deben mostrarle al mundo que están dispuestas a defender la patria conformada por sus nietos, hijos y futuro de Venezuela”.
Hoy habrá una misa en la Catedral a las 9 am, hora en la que también se hará una concentración en el Arco de Santa Rosa.
Nido vacío
Los especialistas afirman que el Síndrome del Nido Vacío es una etapa evolutiva que se corresponde con una serie de síntomas físicos y emocionales que se producen cuando los hijos se van de casa. Narran que es como una sensación general de soledad que sienten los padres cuando sus hijos deciden abandonar el hogar.
Para Fernández, otro elemento de duelo es que con la partida de tantos jóvenes en el país las madres venezolanas sufren de este síndrome. Destaca que antes las madres se sentían orgullosas cuando sus hijos emigraban porque iban a estudiar a otro país y tenían la certeza de que volverían, lo que les generaba una gran alegría. No obstante, con el panorama actual están conscientes que muy difícilmente regresarán.
“Muchos padres han vivido esta experiencia y, en Venezuela con altísima frecuencia en estos tiempos donde los hijos toman sus maletas tras la búsqueda de un futuro mejor, con mayores oportunidades para poder desarrollar sus proyectos. Aquí surge el primer conflicto donde si bien se desea lo mejor para los hijos esto choca con el ideal de estar en contacto con ellos en la fase avanzada de la vida; toca hacer de tripas corazón, encomendarlos a Dios y manejar lo mejor posible ese duelo que origina la separación física, esa distancia que probablemente nunca se imaginó”, expresó la escritora Liliana Castiglione.