El historiador y dirigente político de oposición, Pedro Pablo Alcántara, describió lo sucedido el 4 de febrero de 1992 como “un vulgar y fallido golpe de Estado”, cuyos responsables no han sido castigados como es debido.
“Es una insurrección que constituye el mayor de los delitos en contra de los civiles porque significó el alzamiento de militares con armas de la República, que intentaron derrocar la autoridad y el orden constitucional legal. Fue otra de las montoneras venezolanas que ha concluido con uno de los períodos de decaimiento económico, social, moral y generador de la más grande diáspora de venezolanos, nunca antes vista en esta nación receptora de extranjeros”.
Lo ocurrido, según Alcántara generó “la sospecha más terrible sobre la eficacia de la Fuerza Armada Nacional, como garante de la soberanía, de la independencia y de la territorialidad venezolana”.
Se han dilapidado los recursos más importantes que han ingresado al país desde los inicios de la explotación petrolera, señaló al hacer un balance sobre los últimos 25 años. “Los indicadores en materia de desarrollo humano, desarrollo físico e intergeneracional vinieron a colapsar en el marco de un régimen que cada vez más se identifica con los lamentables periplos de los regímenes de origen militar en la República: persecución armada, intimidación, destrucción de las instituciones civiles y la academia. Esto es un periodo oscuro, pero en la historia venezolana, llena desde 1830 de asonadas militares, siempre detrás de un golpe viene la recuperación del país y estoy seguro de que lo actual no será la excepción”.
-¿Dónde se encontraba usted el 4 de febrero de 1992?
-Estaba en Caracas y al conocer la noticia sobre la insurrección militar me dirigí a la gobernación de Caracas, a cargo de Antonio Ledezma, para ponerme a sus órdenes. Sentí que mi deber como ciudadano era evitarle al país otra tragedia militar, como historiador conozco a fondo el proceso violento y de imposición que genera el estamento militar en contra de los civiles. Afortunadamente ese golpe fracasó, porque las pretensiones descubiertas en las investigaciones posteriores indican que se pretendía fusilar a todos aquellos que se encontraban en el ejercicio del poder, imagínense en el baño de sangre en el que se hubiese incurrido.
Aunque, señaló que sí hubo una considerable cantidad de muertes de civiles y de militares, en los hechos del 4 de febrero y del 27 de noviembre de 1992. “Acompañé a muchas familias larenses a enterrar a sus seres queridos; en ambos mecanismos el recurso que se utilizó para llevar a los soldados jóvenes fue el engaño”.
Alcántara dijo que se enteró de los hechos por una transmisión en vivo que realizó la emisora colombiana Radio Caracol, sobre lo que ocurría en las inmediaciones del Palacio de Miraflores. “Ese día, Caracol, estaba estrenando en Venezuela su sistema de comunicación satelital”.
“Luego de los hechos, pude conversar con varios oficiales, que me contaron sobre la gran cantidad de soldados fallecidos, producto de la oscuridad que les impedía precisar sus objetivos… el presidente Pérez, se salvó porque el almirante Mario Iván Carratú Molina le prestó un sobretodo y una gorra militar para que pudiese escapar hacia Venevisión”.
Los daños materiales también fueron considerables.
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