La violencia sin duda es uno de los peores flagelos que vive Venezuela. Caracas considerada la ciudad más peligrosa del continente americano, se ha convertido en un hervidero de delincuencia, violencia e inseguridad, muchas veces ante el débil accionar de la fuerza policial o simplemente la mirada indiferente de las autoridades.
Quienes conviven en la principal urbe del país, y seguramente en el resto del territorio nacional, están cansados de tanta inseguridad, de salir cada día de sus hogares con la incertidumbre si regresarán o no. Y hoy sin duda quedó demostrado que los venezolanos están hartos de esta situación.
Este jueves fue noticia nacional, el linchamiento de un presunto delincuente en manos de quienes fueron víctimas de su accionar hamponil. El joven, de quien se desconoce su identidad, fue quemado vivo luego de que intentara atracar una unidad de transporte público en el sector Los Frailes de Catia, al oeste de la capital venezolana.
Las imágenes del hombre ardiendo en fuego se volvieron virales en las redes sociales. Algunos aprobaban la acción de los vecinos, mientras que otros calificaron el hecho como un acto de «inhumanidad».
Sin duda hay que hacer un alto con esta acción y reflexionar sobre lo ocurrido. Es un hecho que los vecinos ya no pueden con tanta delincuencia, que los programas para combatir el delito no están dando los resultados esperados, que la impunidad es la reina de la violencia en la calle y que los ciudadanos han actuado como jueces y verdugos.
Sin embargo, hay que considerar que sería cuestionable una acción como ésta en cualquier sociedad, independientemente de las circunstancias, debido a que sólo es responsabilidad del Estado garantizar la seguridad a sus ciudadanos y dictar y aplicar las leyes y la justicia tal y como establecen los estatutos fundamentados en la normativa penal del país.
Ante este panorama es necesario dar un paso atrás, como individuos, como ciudadanos y como sociedad. Exigir al Estado responsable, se cumplan las leyes y se garantice la seguridad ciudadana, con leyes, programas, prevención. Pero eso se logra trabajando juntos, por el bien común del país, conociendo los derechos y deberes de cada uno, para con argumento y fuerza poder exigir a quienes están en el poder lo que como sociedad corresponde.
Y evitar que escenarios como éste se repitan en las calles de nuestro país, y sobre todo no se haga un común en las crónicas rojas de los medios de comunicación. Estaríamos cayendo en el mismo círculo de violencia de quienes hoy mantienen azotado y sitiado el país.
Por lo pronto, hay que seguir trabajando por sacar a Venezuela, con respeto, compromiso, valores, principios morales, solidaridad, y mucho corazón, siempre con la bendición de Dios y la Virgen.Recuerde este es nuestro hogar, y hay que reconstruirlo poco a poco con el granito de cada uno de nosotros.
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