Fue solo un triunfo en un partido de fútbol. Noventa minutos sobre una cancha de césped, un gol y la clasificación a los cuartos de final de un torneo cuya reputación está en duda desde su génesis.
Para el técnico de la selección de Venezuela, Rafael Dudamel, la victoria 1-0 sobre Uruguay en la Copa América Centenario fue mucho más que eso. Se trató de un mensaje de esperanza para un país dividido, sumido en una crisis económica, política y social que parece empeorar día a día, y para la que no se atisba una solución en el horizonte.
Sentado en un salón en las entrañas del inmaculado estadio Lincoln Financial Field de Filadelfia, Dudamel no podía estar más lejos de las tensiones, las interminables filas para comprar bienes básicos y la escasez que azotan cada rincón de Venezuela. La música al ritmo de reggaetón sonaba fuerte en el camerino venezolano aledaño, donde los jugadores daban rienda suelta tras la victoria del jueves por la noche que los clasificó a la segunda ronda de un campeonato estrechamente vinculado con el escándalo de corrupción que acabó con la cúpula del fútbol sudamericano.
En vez de analizar las virtudes técnicas del triunfo, el primero sobre Uruguay en una Copa América, Dudamel dedicó la mayoría de su tiempo ante los micrófonos a hablarle al pueblo venezolano. Y su mensaje era de solidaridad y unión.
«Para nosotros es especial regalarle una alegría al país e invitarles a luchar, pero todos juntos», expresó el timonel, sin necesidad de exhortación de la prensa. «Hagamos que crezca el país, ¿Por qué tanta división? Veintitrés futbolistas, 41 personas, le estamos mandando un mensaje al país: estamos unidos. ¿Por qué tantas divisiones? ¿Por qué acabar con el país?».
«Venezuela es una sola y así como estamos unidos en un solo color en un partido de fútbol, unámonos como país, como familia. No más divisiones, que estamos acabándonos entre nosotros», agregó.
Dudamel vivió de cerca nuevamente un hito en el fútbol venezolano, históricamente el hermano menor de la región. Se trata de la única selección sudamericana que jamás se clasificó a una Copa del Mundo, y una de dos, junto con Ecuador, que nunca conquistó una Copa América.
En 2004, era el arquero suplente del plantel que consiguió un inédito triunfo 3-0 sobre Uruguay en las eliminatorias para el Mundial de 2006, nada menos que en el estadio Centenario de Montevideo. Ese momento quedó en el recuerdo como el «Centenariazo». Doce años después, y ahora como entrenador, Dudamel bautizó la victoria del jueves como el «Centenariazo, parte dos», esta vez por el nombre del torneo que conmemora los 100 años de la Copa América.
Dudamel relató que en los instantes previos al partido en Filadelfia, sus jugadores observaban en el vestuario las imágenes que transmitían los canales de televisión sobre los protagonistas de la jornada. Y no les gustó para nada el retrato de la situación que atraviesa Venezuela.
«Me daba una tristeza enorme cuando veía en la antesala que en los canales internacionales cuando hablaron de Venezuela en vez de hablar de fútbol y de los jugadores que están en Europa, mostraban era todas las vicisitudes que estamos pasando en Venezuela», señaló. «Eso me entristecía mucho y veía como nuestros jugadores agachaban las cabezas. Eso que está sucediendo hoy no corresponde a lo que somos los venezolanos, este amor propio, estas ganas de crecer, de luchar, de triunfar, eso sí es Venezuela».
«Entonces, por favor paremos ya, a quienes corresponda, hagamos un alto. Venezuela, tenemos que cambiar, tenemos que construir, tenemos que salir adelante», exhortó.
Desde que tomó las riendas de la «Vinotinto» en abril, Dudamel vivió en carne propia las carencias del país. La selección no sólo marcha última en la eliminatoria mundialista, sino que su federación enfrenta serios problemas económicos que le han dificultado pagar premios, viáticos y hasta costear los viajes de los jugadores, algunos de los cuales llegaron a amenazar con un boicot.
«Muchos pusieron en duda su integridad, su profesionalismo y no fue así. Siempre se han entregado al máximo», afirmó Dudamel. «Hoy lo que hemos tratado de darles es salud mental, para que puedan jugar y disfrutar. Hablamos de amor propio y miren como lo demostramos».