Continúa el cierre de instituciones que en su momento fueron iconos de excelencia. ¡Qué dolor siento cuando veo que al país caer pedazo a pedazo! Pensar en todo el esfuerzo, el trabajo y la dedicación que quedan tras esas puertas cerradas.
Hay que prestarles atención a los refranes: no sólo reflejan la idiosincrasia de los pueblos, sino también las realidades de la vida cotidiana. Hay muchos que hablan de los chivos y las cabras donde no salen muy bien parados.
Mis padres no se imaginan lo mucho que los recuerdo… Siempre tengo presente su amor infinito y su compañía. Extraño los invalorables momentos que vivimos como familia. Y los evoco a diario porque a diario les agradezco que me hayan dado valores.
La última semana de mayo comenzó con el asesinato del cantautor Evio Di Marzo. Más allá del dolor, la estupefacción y el desconcierto que genera el que hayan matado a alguien admirado y querido, me sorprendió (no debería sorprenderme a estas alturas, pero me aún sorprende y no deseo que deje de hacerlo) encontrar en las redes comentarios ácidos –por decir lo menos- sobre la religión y la filiación política de Evio, como si fueran razones para que hubiera muerto de esa manera.
Nunca sabremos la cifra exacta de cuántas personas en realidad votaron el domingo 20 de mayo. Escuché a Nelson Bocaranda decir que la participación (o la obligación de participar) -en efecto- estuvo cerca del 40%. Para mí Nelson es un referente, de manera que tomaré esa cifra como cierta, o cercana a la realidad.