Sin darnos cuenta, paso a paso, sin cambiar el rumbo, un plan diabólico se ha ido imponiendo, triunfante, en la puerta de América del Sur. Bien concebido y bien ejecutado, con su sello foráneo, se ha colado por las venas de la patria y hoy la inundan de males que afectan la libertad, la economía, la alimentación, la sanidad, la seguridad, la penitenciaría, la educación, la recreación… en fin, ¡la vida entera de los ciudadanos!
Trascendencia
Viven pegados a la tierra, en un mundo extra-chato, ignoran la tercera dimensión, no pueden entender el vuelo de las aves porque no conciben...
Como vivimos en una era de incongruencia, incoherencia y desatinos, no es nada raro que sea esta la de la gran comunicación incomunicada. Si hoy avanza vertiginosamente la tecnología de la comunicación, más crece la soledad del individuo. Es verdad que se puede comunicar inmediatamente con la ciudad antípoda de la suya, mientras allá es de noche y por aquí brilla el sol; y ver y oír al balbuciente nieto que no conoce de otra manera.
El sabio francés Dr. Jerôme Lejeune (1926-1994), padre de la genética moderna por sus descubrimientos, entre otros, que el síndrome de Down se debe a un cromosoma más, debió ser un Premio Nobel, pero ni siquiera fue postulado; la Academia de Ciencias de Francia no quiso hacerlo porque, además de ser un buen católico, con gran conocimiento de causa -como nadie en el mundo- defendía fervorosamente la vida desde el momento de su concepción.
I Have a Dream -Yo tengo un sueño- es el discurso pronunciado por Martin Luther King el 28 de agosto de 1963 -se van a cumplir 55 años- en las escalinatas del Monumento a Lincoln durante la Marcha por el Trabajo y la Libertad, en Washington. Fue un momento decisivo para el Movimiento por los Derechos Civiles en los Estados Unidos.