Es sábado y salimos al encuentro de bucólicos pueblos, de gente sencilla, de familias con abuelas que arrullen a los nietos modulando suaves cantos de esperanzas. El camino es angosto y de cerradas curvas, a los lados altas montañas sostienen casi en equilibrio casitas frescas, limpias, con flores y niños. Desde lo alto se deslizan aguas de manantiales que hacen más grata la excursión.
La manifiesta desesperación que exhiben los representantes del régimen ante lo que todo el mundo ve como inevitable: El desastre electoral que sufrirá el PSUV el 6D, y la maniobra histérica de pretender “blindarse” poniendo en el TSJ unos incondicionales más incondicionales que los que están ahora como magistrados me han traído a la memoria pasajes de la historia en los que la lealtad se puso a prueba en tiempos de crisis, y no pude evitar que a mi mente inmediatamente recordara aquella terrible frase: “Antes de que el gallo cante me negarás tres veces”.
A partir de mañana, faltarán 30 días para la realización de las elecciones parlamentarias. Elecciones que se realizarán en medio una de la crisis económicas más profundas que haya vivido la República, y en el contexto de un cuadro en el que se mezclan también sentimientos de angustia, desesperación, cansancio, abusos, amenazas, expectativa y una prudente esperanza.
Al continuar mi sueño de Presidente y saber qué virtudes deben tener mis colaboradores en cada área de la administración pública, tengo que reconocer que somos bastantes, que cada quien es diferente y todos deben ser empleados y utilizados conforme a tantos estudios hechos para la administración del recurso humano, y es así que el ministro de Educación debe ser el número uno de cualquier gobierno que tiene que ser el superdotado en estudios y vivencias de lo que debe ser la educación para todo el quehacer nacional.