Los venezolanos nos negamos a perder la inocencia a la que nos obligan las circunstancias. La farándula, con un poco de humor y otro tanto de espectáculo, llena los espacios comunicacionales, cargados de inmediatismo, con muchas palabras y tal vez poco diálogo profundo. En los espacios naturales para el intercambio de ideas la autocensura disfrazada de cortesía, y otro tanto de inseguridad intelectual, permiten que unas tras otras desfilen las voces que poco tienen que decir ante un contexto que escapa a toda racionalidad y lógica de modernidad. Las ideas se agotaron y giran en el mismo carrusel de lo que ya se ha dicho, manteniéndonos encarcelados en la misma historia desde hace mas de 200 años.
Nuevamente un hecho terrorista ensangrentó al mundo y los grupos radicales, que quieren imponer sus razones a los demás por medio de la tortura y asesinato de inocentes, que ejecutan extrajudicialmente a sus prisioneros a través de juicios populares y que usan bombas y granadas fragmentarias para intimidar, se anotaron otro punto.
Este domingo 6 de diciembre se realizarán las elecciones más cruciales de nuestro parlamento históricamente reconocido como el más antiguo de Latinoamérica. Es un proceso internacionalmente observado con preocupación por instituciones que han emitido documentos y declaraciones, apuntaladas últimamente en hechos de violencia que ya han producido muertes. Tal es el caso de la Organización de Estados Americanos, Naciones Unidas (ONU), Unión Europea, Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), Amnistía Internacional y gobiernos de EEUU, España, Paraguay, Uruguay, Perú, Colombia, Brasil, Costa Rica y el electo de Argentina.