Este domingo 23 de enero se cumplen 64 años del derrocamiento del Gobierno de Marcos Pérez Jiménez, toda vez que gracias a la unión cívico militar, el dictador tuvo que dejar el mando por la fuerza y salir del país para más nunca retornar, lo cual dio apertura a una nueva era democrática que se prolongó por 40 años con gobiernos que se alternaban a través de elecciones populares y justas.
Durante los años aciagos de la dictadura, muchos venezolanos tuvieron que irse del país, mientras que otros pagaron cárcel o fueron torturados, por pensar diferente a la ideología impuesta por aquel régimen militar.
Antes de eso, el general Marcos Evangelista Pérez Jiménez pasó primero a formar parte de la Junta Militar de Gobierno integrada por Luis Llovera Páez y Carlos Delgado Chalbaud, la cual se instauró en Venezuela luego del derrocamiento del Presidente Rómulo Gallegos en 1948.
El coronel Pérez Jiménez se hace del poder completo luego de asumir la presidencia provisional el 2 de diciembre de 1952. Ya la suspensión de las garantías constitucionales y la represión de los movimientos partidistas venían arrastrando a la población desde la misma instauración de la Junta de Gobierno pocos años antes.
El sátrapa es nombrado por el Congreso Presidente de la República el 15 de abril de 1953, por un período de 5 años que iniciaba el 19 de abril. Pero la intención del coronel que luego pasó a general, era perpetuarse en el poder, utilizando la fuerza bruta de ser necesario y lo cual practicó hasta los últimos días de su mandato.
1958 marcó el fin de aquella dictadura que eliminó la disidencia política de manera feroz y brutal a través de organismos represivos entre los cuales destacaba la Seguridad Nacional. Desde los propios inicios de la década de 1950 la semilla de la resistencia comenzó a brindar sus frutos y gracias a la organización de diferente sectores se logró tumbar a aquella ignominiosa dictadura.
A finales de 1957 se había realizado un plebiscito para prolongar la dictadura. Un mes después, el 1 de enero de 1958, aviones de guerra surcaron el cielo de Caracas a muy tempranas horas en un acto subversivo que anunciaba el desenlace de la historia. Los pilotos eran rebeldes.
La dictadura inicia las respectivas averiguaciones. Cada vez aparecen más jóvenes militares pertenecientes a los tres componentes del Ejército implicados, lo cual evidenciaba el descontento por el terror sembrado por Pérez Jiménez y sus secuaces que derivó en la unión de fuerzas con militantes de los partidos reprimidos y los estudiantes, en una conjura que no tenía vuelta atrás.
El Gobierno de Pérez Jiménez comienza a tambalearse, renuncias y destituciones de altos funcionarios anteceden a la estocada final dada con el golpe que inició la madrugada del 23 de enero de 1958, cuando es tomado el Palacio de Miraflores por tanques de guerra a manos de efectivos que se oponían a la dictadura y a la fuerza tomaron el poder, al mismo tiempo que la sede de la Seguridad Nacional y el periódico oficialista «El Heraldo» eran saqueados por los militantes de la resistencia civil.
El dictador Marcos Pérez Jiménez huye del país hacia República Dominicana a bordo del avión presidencial «La Vaca Sagrada» y entre su equipaje figuraban las infames maletas llenas de dinero, tesoro mal habido procedente del horario público del cual el dictador no pudo evitar la tentación de sustraer. El Impulso publica una edición especial en Barquisimeto, anunciando el derrocamiento de la dictadura en medio de gran júbilo y regocijo.
Derrocado Pérez Jiménez se instala una Junta de Gobierno presidida por el contraalmirante Wolfgang Larrazábal y dos años después, se llamaba a elecciones en las cuales resultó electo el candidato de Acción Democrática, Rómulo Betancourt, quien dio pasó a una nueva era democrática en un siglo signado por dos largas y crueles dictaduras, la de Juan Vicente Gómez hasta diciembre de 1935 y la de Marcos Pérez Jiménez hasta enero de 1958.