Cuando Nicolás Maduro declaró que se iba a realizar un operativo para acabar con las mafias de la gasolina, se estaba metiendo un autogol, porque quienes participan en esos grupos son gente vinculada al propio régimen.
Comenzando por los funcionarios uniformados de la policía y de la Guardia Nacional, que son los primeros en llegar con las gandolas a las bombas, es difícil que haya resultados satisfactorios, manifestó la señora Azalea Colmenárez, dirigente del Sindicato de Trabajadores de las Estaciones de Servicio.
Son esos uniformados los que tienen la custodia del combustible y, como tales, tienen el control de las cisternas, a dónde éstas van a distribuir los litros de gasolina, ya que los 36 mil litros se reparten en tres o cuatro estaciones de servicio.
Pero, también participan los colectivos motorizados, que también se ocupan de establecer la forma como han de recibir el combustible los dueños de los vehículos.
Para tanquear, como dicen las personas que acuden a adquirir los pocos litros que le suministran, hay que pagar para hacer la cola, así como salir de la bomba de gasolina y, por supuesto, pagar en dólares porque no es cierto que haya combustible subsidiado.
Si Maduro se refiere a mafias, el trabajo será duro para acabar con ellas, porque hay mucha gente metida en el negocio, porque éste es fabuloso. De los 120 litros que le corresponden a cada dueño de vehículo, sólo le entregan 80. ¿Y los otros cuarenta? Ahí está el detalle como diría Cantinflas.