Nadie nos va a venir a salvar; hay que producir nuestras vacunas y monoclonales; Dr. Ortega Barría #17Ene

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Por: Violeta Villar /www.lawebdelasalud.com

“Es un tema de seguridad nacional; tenemos que invertir en ciencia y tecnología”, señala en este diálogo el secretario nacional de la Senacyt, médico y científico de amplia trayectoria, quien también aclaró que ómicron no es un simple resfriado; habló sobre el desarrollo de una vacuna contra todos los coronavirus, de las gestiones de Panamá para adquirir los nuevos antivirales y del firme convencimiento de cómo la vocación de servicio llevará a que todos los maestros se vacunen. Léalo de principio a fin. También lo puede ver y escuchar

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“Nadie nos va a venir a salvar”, subraya, convencido, el Dr. Eduardo Ortega Barría, al explicar por qué la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt) dedica esfuerzos, entre otras áreas, a un centro de investigación para producir vacunas y monoclonales “que nos permita enfrentar una pandemia sin la necesidad de depender de fuentes externas”. 

“Es un tema de seguridad nacional; tenemos que invertir en ciencia y tecnología”, señala en este diálogo el secretario nacional de la Senacyt, médico y científico de amplia trayectoria: Dr. Eduardo Ortega-Barría, una vida de compromiso ,quien también aclaró que ómicron no es un simple resfriado; habló sobre el desarrollo de una vacuna contra todos los coronavirus, de las gestiones de Panamá para adquirir los nuevos antivirales y del firme convencimiento de cómo la vocación de servicio llevará a que todos los maestros se vacunen. 

“Hemos logrado este año 2022, a pesar de estar en una situación pandémica, un aumento en el presupuesto de ciencia y tecnología. Queremos que se siga aumentando en los próximos años”, señaló como parte del balance.

Es importante, dijo el Dr. Ortega, que las personas sepan que la inversión en capital humano, equipamiento e infraestructura ha permitido que instituciones como el Instituto Conmemorativo Gorgas, el Instituto de Investigaciones Científicas y Servicios de Alta Tecnología de Panamá (Indicasat), la Universidad de Panamá (UP), la Universidad Tecnológica de Panamá (UTP) y los hospitales panameños, pudieran responder a la pandemia como lo han hecho.

Enfatiza que las becas entregadas por la Senacyt han permitido contar con laboratorios y personal de alto nivel, con equipamiento sofisticado e incluso el medio de transporte viral que permite hacer miles de pruebas, se produjo en el Indicasat: un laboratorio panameño con científicos panameños.

“Esa respuesta del sistema no apareció de pronto: tenemos 20 años de inversión en ese capital humano y esa capacidad hay que incrementarla”.

Hizo mención al trabajo en varias direcciones: Desde la inversión del Instituto Gorgas en un moderno campus que será referencia para la región, hasta  el impulso de la Senacyt al centro de investigación para producir vacunas y monoclonales, en esa visión de futuro y de independencia tecnológica y sanitaria, que refuerza con sus palabras: “Nadie nos va a venir a salvar”.

Razonó que así como Panamá es el país de la región con mayor expectativa de crecimiento de su Producto Interno Bruto (PIB), en esta misma medida debe invertir en ciencia y tecnología: son transversales en el crecimiento de una nación. 

Anunció que la Senacyt continuará fortaleciendo las becas nacionales: a la fecha apoyan 14 programas de posgrado entre la Universidad de Panamá (UP), la Universidad Tecnológica de Panamá (UTP), la Universidad Autónoma de Chiriquí (Unachi) y la Quality Leadership University; tres programas de doctorado y a 700 becarios internacionales en las mejores 200 universidades del mundo.

La misión es continuar invirtiendo en áreas estratégicas para la investigación y el desarrollo: cambio climático, energía, logística, transformación digital, salud y el agro, detalló.

El 90% del presupuesto de la Senacyt se destina a inversión y el 10% a funcionamiento. Es decir, la mayoría de los recursos, destaca el Dr. Ortega Barría, son para impulsar la ciencia y la tecnología, “así que estamos muy entusiasmados, queriendo atraer más fondos y esperamos que podamos trabajar juntos en el desarrollo social del país”.

Ómicron no es resfriado; hay riesgo de morir

Al Dr. Ortega Barría le ha correspondido en esta pandemia asumir varios papeles: médico, asesor en vacunas, científico y pedagogo. En la medida que la pandemia avanza, las interrogantes, y los temas se suceden.

Con respecto a ómicron, alertó: “Creer que la variante ómicron es responsable de un simple resfriado común puede llevar a acciones erróneas,  ya que la persona también puede evolucionar a un caso severo y fallecer”.

El Dr. Ortega recuerda que ómicron se compara con la variante delta que tiene el doble de severidad en relación con la variante original, es decir, la que inicia en China, a principios del año 2020, se disemina y comienza a cambiar al interactuar con el sistema inmune del ser humano. 

Alertó que las personas ven menos hospitalizados, pero hay un número importante de casos, y así sea más leve que delta, ya delta era el doble de severa que la variante original, con mayor capacidad de transmisión y de evadir la respuesta inmune.

“Vemos también que la persona no vacunada evoluciona con casos moderados a severos de ómicron y puede terminar en el hospital y fallecer

Incluso hay personas con enfermedades de base que se activan luego de padecer el coronavirus: “De hecho ahora sabemos que hay un número importante de niños y adultos que desarrollan diabetes después de recuperarse de la infección con ómicron o de delta”, afirmó.

Pide tomar en cuenta que las secuelas también son impredecibles, de allí que el azar no sea una buena decisión, en particular si se puede perder la vida. 

“No sabemos cómo vamos a evolucionar: un grupo lo hace asintomáticamente; otro con enfermedad leve, pero ómicron es 3 a 5 veces más transmisible que la variante delta”.

En el caso de los niños, “que son organismos en desarrollo, pueden adquirir el virus y tener una secuela a mediano y largo plazo que todavía es impredecible.  Tenemos mucho que aprender; no apostaría a que me va a ir bien si me infecto con ómicron”.

Hay que vacunarse

-¿Cuál debe ser la mejor estrategia para terminar la pandemia: vacunarnos o apostar a la inmunidad de rebaño?

-Hay que vacunarse. Sabemos que en el caso de ómicron la infección previa con delta no protege contra ómicron. Así que no pudiera predecir si ómicron nos dará protección ante una próxima variante que pudiera emerger en algunos meses. Lo que hemos observado con la evolución de estas variantes, es que hay un lapso hasta de tres meses, entre la emergencia de una variante y otra.

Resaltó que la vacunación es la herramienta más robusta que tenemos ya que produce altos títulos de anticuerpos, “y cuando completas el esquema de vacunación, que se ha recomendado sea de tres dosis, los títulos de anticuerpos e inmunidad celular protege contra la siguiente variante”.

De hecho observa que al revisar la historia de la vacuna contra COVID-19 (aprobada en Estados Unidos en diciembre de 2020), aun cuando se desarrolló para combatir la variante original, ha seguido protegiendo contra las variantes que emergieron de manera posterior. 

“La efectividad, la habilidad que tiene la vacuna de evitar tener una enfermedad grave, medida por hospitalización, es cercana a 90%”.

Recomendaría, enfatiza, no buscar la infección natural; no depender solo de la infección natural y vacunarse. Si usted se recuperó de la infección natural,   vacunación porque le ayudará a reforzar lo que su sistema inmune ha logrado y tener una mejor respuesta inmune”.

-El Grupo Asesor Técnico sobre la Composición de la Vacuna contra la COVID-19 (TAG-CO-VAC) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), exhortó a vacunarse con las vacunas disponibles, pero también actualizar las vacunas actuales. ¿Este exhorto implica una nueva vacuna?; ¿la persona tendría que repetir el esquema o se trataría de un refuerzo?

-Recordemos que tenemos siete coronavirus diferentes conocidos que afectan al ser humano. De estos siete coronavirus, hay cuatro que ya sabíamos, desde hace 60 años, que causan infecciones respiratorias superiores, en particular en niños en la edad temprana, pero los otros tres son unos coronavirus de más reciente aparición ( SARS-CoV del 2002; MERS-CoV del 2012 y SARS-CoV-2 del 2019) que los llamamos de alto riesgo porque producen enfermedad severa.

De acuerdo con lo estudiado, parecen haber brincado las barreras de las especies del murciélago a un huésped intermediario, un animal donde ese coronavirus se adaptó, y luego saltó al ser humano y adquirió la capacidad de transmitirse de humano a humano. Ese es el problema.

Cuando estos virus saltan de un animal a un humano y no es capaz de transmitirse eficientemente en los humanos, se puede contener. Pasó con el SARS-CoV del 2002 y con  MERS-CoV en el 2012.  Pero ahora (SARS-CoV-2) adquirió esa habilidad de transmitirse de manera eficiente de humano a humano y eso dio como resultado una pandemia.

El Dr. Ortega razona que hay cientos de coronavirus en los murciélagos, uno de los mamíferos más abundantes, de allí el reto para los científicos que desarrollan vacunas.

Hay varias direcciones: una vacuna que proteja contra todas las variantes conocidas o una vacuna capaz de proteger contra aquellas que vendrán y se desconocen.

Para lograr esta vacuna de futuro, contra lo desconocido,los científicos  “usan algoritmos computacionales, ingeniería genética y modelos predictivos para diseñar la pan sars-CoV-2 (pan significa todos) contra todos los coronavirus”.

De manera didáctica, el Dr. Ortega explicó que el virus tiene 29 proteínas: “Si lo vemos, por ejemplo, como si fuera una naranja, la capa amarilla equivale a la parte externa del virus, donde se sitúa la proteína S (proteína de la espícula o spike en inglés que ayuda al virus a entrar en las células del huésped e infectarlo y además determina su mayor o menor capacidad de transmisibilidad).

Si la abrimos y sacamos cada uno de los gajos, cada gajo, a su vez, representa una proteína diferente. Así que los científicos intentan usar distintos componentes del coronavirus, sea la cáscara de la naranja o algunos gajos, con la intención de desarrollar una vacuna contra diferentes proteínas”.

Detalló que en esta tarea de conseguir una vacuna universal la ciencia está muy avanzada. 

Ayuda que ciertas proteínas no mutan tanto. Un ejemplo sencillo que expone el científico para explicar esta característica del virus es con la imagen de su brazo de puño cerrado: El puño es la proteína; la parte del virus que más muta y cambia. En cambio el antebrazo es más estable. Los investigadores buscan que esta vacuna tenga su principio en la parte más conservada.

De esta forma, la pancoronavirus, se emplearía como un refuerzo: “No necesitarías iniciar un esquema de vacunación completo, de tres dosis. Como la vacuna no cambiaría totalmente la composición de lo que llamamos el antígeno, que nos inmuniza al recibir la vacuna, con un refuerzo sería suficiente para lograr recuperar la respuesta inicial” al virus, concedida por las dosis iniciales. 

Pruebas PCR y de antígenos

-¿Será necesario cambiar la estrategia con respecto a las pruebas de PCR?

-La prueba de PCR es excelente. Es la prueba contra la cual se comparan todas las otras pruebas. Funciona detectando el material genético del virus.

Nos dice si está presente y es capaz de detectar minúsculas partículas del virus. Es una prueba muy buena para hacer investigación, pero demasiado sensible: es capaz de detectar el virus así esté muerto o no sea infeccioso. También es cara.

Es lenta, en particular si tienes centros públicos que deben realizar miles de pruebas al día. Es imposible que le den el resultado en 24 o 48 horas y hasta en 72 horas.

En este sentido, ofrece usos muy importantes. Si tengo una persona hospitalizada en terapia intensiva o casos que fallecen y quiero caracterizar genéticamente ese virus, la prueba de PCR nos puede ayudar, junto con otras de ingeniería genética o moleculares, que complementan ese conocimiento.

Sin embargo, es una prueba lenta, que en una situación de brote epidémico súbito, y de gran escala como vive el país por la variante ómicron, no se convierte en una prueba práctica.

Por tanto, se debe usar una prueba que sirva más rápido y por eso tenemos las de antígenos, con múltiples ventajas:  son rápidas, económicas y detectan el virus solo si el virus está vivo. 

La prueba de antígeno nos ayuda a tomar decisiones sobre la marcha, al lado de la cama del paciente, en 15 o 30 minutos y tienen un costo más económico”. 

El Dr. Ortega explicó que con la prueba de antígeno la indicación es la siguiente:

  • Si la prueba de antígeno le salió negativa pero persisten los síntomas respiratorios que le hacen sospechar que es positivo, se debe repetir la prueba.
  • Si la prueba vuelve a salir negativa, y hay síntomas, acudir a la opción de PCR.
  • Si tiene un antígeno positivo no se debe hacer otra prueba: la necesidad de repetir es con antígeno negativo y síntomas.

El Dr. Ortega reitera que la prueba de PCR es excelente para los usos en los cuales está recomendada, pero reitera que el antígeno facilita la toma de decisiones.

Por ejemplo, si ocurre un brote en una escuela, con el antígeno, en un día, se pueden aislar a los alumnos enfermos. Con PCR, en 72 horas la enfermedad se puede propagar por toda la institución.

Panamá adquirirá nuevos antivirales

-¿Cuál es el papel que desempeñarán los antivirales en la lucha contra covid-19? 

-En Panamá tenemos desde hace varios meses el remdesivir. Lo estuvimos usando en la persona hospitalizada con COVID-19 severo. Hoy sabemos a través de una publicación científica reciente, en The New England Journal of Medicine, que si se utiliza en los primeros cinco días de síntomas, por vía intravenosa, la eficacia de ese tratamiento está cercana al 90% para reducir la carga viral.

Ahora tenemos medicamentos nuevos, uno producido por Pfizer (Paxlovid) y Merck (molnupiravir), funcionan de manera diferente y ambos son muy buenos.

La indicación es similar: uso durante los primeros cinco días en personas con síntomas, de alto riesgo, sobre todo no vacunadas, para disminuir riesgo de mortalidad.

El Dr. Ortega anunció que  Panamá ya tiene muy adelantada la discusión para la adquisición de ambos medicamentos que tratarán a las personas en la fase inicial, como hoy ya se hace con el remdesivir, según la gravedad.

Vacunación pediátrica

“Es reconfortante ver la cara de esos niños; lo valientes que son, cómo lo toman. Soy pediatra e infectólogo y cuando los veo no me queda más que sonreír con agrado y me siento muy optimista”, expresa con emoción el Dr. Ortega Barría, al referirse al ejemplo de los niños en edad de 5 a 11 años, que acuden junto a sus padres a vacunarse contra COVID-19.

Antes de iniciar el proceso de vacunación pediátrica en Panamá, el Dr. Ortega anunció que el país esperaría los datos de Estados Unidos (EEUU) y otros países que comenzaron antes este proceso, para tomar la mejor decisión en beneficio de los niños panameños. 

Al respecto explica que en EEUU y otras naciones se realizaron estudios clínicos en niños, igual que en adultos, para demostrar la seguridad de la vacuna, qué tan capaz era de producir una respuesta inmune y su eficacia. 

“Esos estudios nos dijeron que la vacuna era segura, que producía altos títulos de respuesta inmune y que la eficacia era muy alta, por encima del 91%”.

En Estados Unidos se revisó y se siguieron varios pasos para autorizarla conforme a los protocolos: primero la vio un grupo de expertos independientes de la FDA; luego pasó a la FDA por segunda vez; un grupo independiente de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) la revisó por tercera vez y finalmente la directora de los CDC la aprobó en seres humanos. 

El proceso de vacunación pediátrica en Estados Unidos comenzó en noviembre de 2021: más de 9 millones de niños han recibido la primera dosis y unos dos millones la segunda dosis. 

El Dr. Ortega explica que los diferentes sistemas de vigilancia sanitaria estadounidense (móvilescentinela o por propia voluntad) han dado seguimiento para monitorear las reacciones y los datos publicados confirman la seguridad de la vacuna.

“Los  efectos secundarios que se reportan en esos más de nueve millones de niños vacunados son los mismos que se observan en el estudio clínico: dolor en el sitio de la inyección, hinchazón, malestar general, dolor de cabeza y a un pequeño número le da fiebre. Son de leves a moderados, ocurren entre el primer y segundo día y desaparecen”.

De esta forma, señala que se cumplió con lo dicho: una vez confirmada la seguridad de la vacuna, se trajo a Panamá. 

Reflexiona que el 90% de los panameños en edad de vacunación tiene al menos una dosis así que con esta confianza en la vacuna estima que aquellos con hijos replicarán su actuación al llevar a sus niños a vacunar, en particular “porque queremos abrir las escuelas de una manera eficiente en el mes de marzo”.

En relación con los educadores, asegura que en su gran mayoría están convencidos de vacunarse.

“Hay un grupo pequeño que todavía tiene algunos temores o quienes quieren tomar sus propias decisiones, pero estamos en una situación de salud pública, y lo he repetido: más allá de poder vacunar a nuestros niños, una de las barreras más importantes para protegerlos es que los adultos se vacunen porque en las escuelas, la mayoría de las infecciones son del adulto hacia el niño.

Yo soy médico, estoy comprometido con la salud de los niños, con la salud pública de mi país, tengo que hacer lo correcto; proteger a las personas, y la vocación de los maestros es igual.

Estoy aquí por mis profesores, mis maestros de escuela primaria y secundaria: ellos me inspiraron, me prepararon para el futuro, me enseñaron cívica, filosofía, matemática, español, ciencia y todo eso me tiene donde estoy hoy, además de la  educación que recibí en mi hogar que fue muy importante. Maestros y médicos, tenemos el compromiso de proteger a los demás”.

Confía que esta vocación del maestro hacia los demás permitirá que antes de marzo, y del inicio del año escolar, se reconozca con un aplauso que ya los docentes están vacunados y avanzar. Es parte de la nueva normalidad.

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