La emergencia humanitaria compleja que atraviesa Venezuela afecta a todos por igual, pero hay sectores que a pesar de haberse preparado durante varios años con la esperanza de tener un buen nivel de vida, terminaron ejerciendo por vocación más que por la remuneración económica, y ahora deben luchar para sobrevivir sin dejar de hacer lo que les apasiona: enseñar.
Este 15 de enero se celebra en el país el Día del Maestro, pero para muchos docentes no hay razones para celebrar, son de los profesionales con los salarios más bajos.
Tal Cual, Yaracuy Al Día, El Tiempo, La Mañana y El Impulso.com, en una alianza informativa, entrevistaron a los profesionales de la educación para conocer sus necesidades y la realidad que los aqueja.
Lara
“La educación la hemos costeado nosotros los docentes”
Lo que percibe mensualmente un docente con más de 15 años de experiencia se aproxima a 20 dólares, y según cifras del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros CENDAS, la Canasta Básica Alimentaria se ubica en casi 400 dólares.
Ante este panorama, Yormandi Hernández, quien ejerce en una institución pública de Barquisimeto, manifiesta que realiza grandes esfuerzos para cumplir con su función en la sociedad que es educar.
Confiesa que lo hace porque le gusta su trabajo y porque no se imagina una Venezuela sin educación.
“Yo no quisiera continuar, pero tampoco como docentes queremos que se detenga la educación en nuestro país”, declaró a Elimpulso.com.
Añade que su salario de 20 dólares, el cual recibe al cambio en bolívares, no le alcanza y por el contrario lo termina gastando en implementos para impartir clases, agua o alguna merienda durante las jornadas de actividades académicas.
“Prácticamente la educación la hemos costeado nosotros los docentes, los 20 dólares no me rinden, afortunadamente mis hijos son profesionales con buenos empleos y me ayudan”, aseveró.
Al ser consultado sobre cuáles serían sus peticiones a las autoridades, no dudó en responder el mejorar los salarios, pero también destacó la importancia de hacer mantenimiento y garantizar los servicios públicos en las instituciones.
“Necesitamos mejores salarios, que estos sean llevados al equivalente en dólares conforme a la situación país”, concluyó el docente, al afirmar que este 15 de enero, por los momentos, no hay nada que celebrar.
Miranda
“Yo pago para trabajar como docente”
Para llegar a una de las instituciones educativas donde imparte clases de Biología y Química la profesora Karla Hernández en ocasiones debe caminar 40 o 50 minutos, “a paso acelerado” para evitar ser víctima de algún robo.
Sin embargo, asegura que una de las mayores satisfacciones que da ejercer la docencia en Venezuela es ser reconocida por sus alumnos al pasar, es ver que al muchacho que le explicó la Tabla periódica alguna vez es el médico que le atiende alguna dolencia o al joven que le detalló el sistema circulatorio hoy está haciendo delivery para progresar.
Hernández tiene 17 años ejerciendo la docencia, comenzó en escuelas privadas y luchó para ingresar al sistema público, ese que alguna vez ofreció mejor condiciones y del que hoy muchos han migrado, por la pérdida de beneficios y reivindicaciones logradas en el pasado y por “el salario de burla” que reciben.
“Yo pago para trabajar como docente”, confiesa la docente que ejerce en dos planteles educativos, en la Unidad Educativa Raúl Leoni, ubicada en Petare, estado Miranda, y en el Julio Bustamante, ubicado en Chacaíto, Distrito Capital.
Desde esos 17 años, los últimos cuatro se ha dedicado a preparar a los muchachos del Raúl Leoni para las Olimpiadas Juveniles de Ciencias, concurso en el que han obtenido el segundo lugar en dos ocasiones.
Hernández asegura, y ve con espanto, un país de aulas y pupitres vacíos, sin no se atiende la grave situación que atraviesa el gremio docente y la educación en Venezuela.
Según cifras del Ministerio de Educación, para el año escolar 2018 el sistema educativo contaba con 662.825 docentes; 82% adscritos a planteles oficiales y 18 por ciento a planteles privados; pero los registros de la Federación Venezolana de Maestros muestran que entre 2015 y 2020 más de 100.000 docentes abandonaron el sistema educativo, bien sea para emigrar del país o trasladarse hacia actividades ocupacionales de mayor remuneración.
Por su parte, el Colegio de Profesores de Venezuela calcula que existe un déficit de docentes del cincuenta por ciento en las asignaturas especializadas de educación media, tales como matemática, física, química, biología e inglés; reseña el IESA en un estudio.
Actualmente, el salario de un docente en Venezuela no supera los $25 mensuales, incluyendo los bonos que comenzó a entregar la administración de Nicolás Maduro.
23,7% de deserción escolar dejó el año escolar 2020-2021. Los niños, niñas y adolescentes abandonaron sus estudios académicos obligados por la extrema pobreza y las dificultades para acceder a la educación a distancia debido a la pandemia; aseguró la Unidad Democrática del Sector Educativo (UDSE) el pasado agosto.
Falcón
“Tengo que hacer malabarismos para sobrevivir”
Gloria Primera, es licenciada en Educación Integral, egresada de la Universidad Católica Andrés Bello, con 13 años de servicio su salario es de tan solo 28 bolívares quincenales, lo que “no alcanza para nada”.
“Apenas puedo comprar un desayuno para mi hijo, tengo que hacer malabarismos para sobrevivir”, indicó.
Al ser consultada sobre el esfuerzo que representa el ejercicio de la docencia, manifestó: “Debo decir que el mayor esfuerzo lo representa el transporte, dado que yo vivo retirada del sitio de trabajo, además que el salario no da para comer, menos para cubrir la movilización hasta la escuela”, añadió.
De igual forma, la falta de insumos para impartir clases es otro problema que los aqueja.
“El otro tema sería las privaciones del aula en cuanto a materiales, que en tiempos atrás lo cubrimos de nuestro bolsillo, hoy en día no podemos hacerlo, y son los representantes quienes con esfuerzo aportan recursos para el aprendizaje”, sentenció.
Yaracuy
“Nos ha tocado convertirnos en psicólogos para dar esperanza a los alumnos”
Cindy Contreras, es profesora de Educación Especial. Confiesa que le ha tocado asumir el rol de psicóloga, pues muchos de sus alumnos han experimentado el hecho de que sus padres se hayan ido del país en la búsqueda de oportunidades para brindarles un mejor futuro.
“La mayoría de nuestros representantes se han ido del país y nos ha tocado convertirse en psicólogos de nuestros niños y darles esperanza, muchos de estos alumnos han quedado en manos de familiares. Otra cosa que sucede y es muy lamentable, es que los niños a veces van a las escuela sin desayuno, por lo que compartimos con ellos cualquier cosa que llevemos para comer”, expresa.
Relata que a pesar de cumplir más funciones de las que le corresponden, su salario no supera los 10 dólares mensuales.
“Ganamos al cambio 10 dólares y no podemos costear los pasajes ni mucho menos nuestros uniformes”, afirma.
Por esta razón señala: ”Soy un docente de vocación que se convierte en la esperanza de los alumnos, como docentes tenemos que luchar por nuestros derechos”.
Anzoátegui
“A diario tengo que caminar 8 kilómetros para llegar a la escuela y cuando llegamos nos encontramos con una infraestructura deteriorada”, con estas palabras Maira Marín, quien tiene 29 años en el ejercicio de la profesión, comienza su experiencia sobreviviendo a la crisis en el sector.
Su sueldo es de 32 bolívares, los cuales no garantizan ni siquiera su alimentación.
A esto se le suma que debe caminar largos trayectos para llegar a su segundo hogar: el aula de clases.
“En el medio rural que es donde me desempeño debo caminar 8 kilómetros diarios, hay sitios muchos más lejanos donde no hay transporte, lo que dificulta el acceso a las escuelas, y cuando llegamos no hay agua, no tienen luz, no hay dotación de mesas, sillas ni pizarras”, asegura.
Por esta y otras razones, indica, “la educación ha sido abandonada”. “Hago un llamado como educadora a las autoridades para que se ocupen del sector, los niños son los que más pagan las consecuencias de una educación deteriorada”, concluyó.