No apelo a confirmación histórica. No debo fastidiar a mis lectores. La idea de los santos niños inocentes, en diciembre, todos la rememoran. Es popular en el saber de la gente. Me quedo corto en mis conocimientos sino adelanto; mis amables lectores conocen mucho más de los que les puedo reseñar. Fue Herodes quien concibió en su tenebrosa mente de ordenar decapitar a los niños menores de un año. El muy bribón con su sed de sangre de inocentes ordenó la degollina de los niños. Seguro como pensaba, el niño contra quien se ensañaba bastó y sobró para que todos los niños menores de un año de aquel poblado los exterminara. Su perverso, funesto y manifiesto deseo sirvió para manchar de por vida un día del año conocido como de “las santos inocentes.” Desde entonces, ese día recuerda la siniestra mentalidad de un criminal sin imaginarse el dolor de esas madres, cuánto llanto y cuánta pena inundó a la sufrida población materna. Herodes oscuro criminal ordenó ese día aciago no dejar con vida a cuantos niños en el capullo tierno de su existencia les segaba la vida.
Se conmemora ese día del desastre infantil como para que no se olvide. Las mentes diabólicas como la de Herodes desconocen el dolor, el dolor lo padecen las madres. Los niños vivientes de los días de un año inocentemente desconocen su trágico fin. Se recuerda ese fatídico día en la historia trágica de la niñez como una mancha de un ser humano deshumanizado. Conscientes estamos de esa vileza. El sacrificio de los niños ordenado por mentalidades adultas es un castigo para la humanidad de todos los tiempos. El poder para los seres es un medio en sus oscuros instintos para darles rienda suelta. Le faculta para saciar su sed de sangre inocente. Interpretamos el dolor sentido en e día conmemorativo de los “Santos Inocentes.”
Carlos Mujica