El problema del ateo y de aquellos que no creen en Dios y de quienes lo sustituyen por filosofías o creencias extrañas, es burlar a aquellos que sí creemos. Y eso no debería ser así. Debe guardarse un profundo y sincero respeto por las creencias de los demás aun cuando sean equivocadas. Por cuanto puede producir una reacción igual a la burla hecha, entonces aparecerán los conflictos y choques personales. Dice Dios en su Palabra “Así pues, hagan ustedes con los demás como quieran que los demás hagan con ustedes; porque en eso se resumen la ley y los profetas” Mat.7:1 Y esta es la regla de oro de la Santa Biblia.
A propósito de ello, se cuenta el caso de un profesor ateo, quien estando en el salón de clases, pregunta a sus estudiantes: — ¿Alguno de ustedes cree en Dios? Nadie responde. — ¿Puede alguno de ustedes ver a Dios, oír la voz de Dios o al menos oler a Dios? Continúa el silencio.
—Siendo que ninguno aquí —dice el profesor — puede ver, ni oír ni oler a Dios, la conclusión lógica es que Dios no existe.
Un estudiante, visiblemente molesto con la actitud del profesor, levanta la mano, pregunta al profesor si puede hablar, recibe permiso y se pone de pie. Y pregunta…
— ¿Puede alguien aquí presente ver el cerebro del profesor?.
No hay respuesta. — ¿Puede alguien oír u oler el cerebro del profesor?
Luego de una pausa el estudiante continúa:
—Siendo que ninguno aquí puede ver, oír u oler el cerebro del profesor, la conclusión lógica es que ¡el profesor no tiene cerebro!
A pesar que el relato puede causar risa, la verdad no es para poner en paralelo dos actitudes o posiciones. No es una competencia para ver quién es más burlón que el otro. Los cristianos no necesitamos de actitudes mordaces, alzar la voz o hacer gala de una elocuencia ensayada para “defender” a Dios. La palabra de Dios, su veracidad la cual es contundente en sí misma tiene el poder de defenderse, convencer y transformar caracteres. Solo tenemos que presentarla tal cual como ha sido escrita.
Pero, de la ilustración que acabamos de presentar podemos razonar que efectivamente, si tenemos un cerebro deberíamos utilizarlo para discernir fácilmente que todo lo que nos rodea dan cuenta de la existencia de un ser Todopoderoso que tiene control absoluto de la Creación. Si utilizáramos el cerebro, sin ningún tipo de prejuicio filosófico, familiar, tradicional o cultural, pudiéramos distinguir y diferenciar por medio de los sentidos o de la inteligencia una cosa de otra, especialmente el bien del mal. Y le daríamos a la Creación de Dios el lugar que realmente tiene.
Ariel Roth escritor y científico cristiano. En su libro “La ciencia descubre a Dios” cuando habla de la Creación y la ajusta al estudio que hace la ciencia a la dinámica del Universo, argumenta, sin dejar ningún tipo de dudas, de la presencia de un arquitecto divino. Afirma. “Si el Sol estuviera solo el cinco por ciento más cerca o el uno por ciento más alejado de la Tierra, no habría vida en nuestro planeta” “Si la fuerza electromagnética fuese solo un poco mayor, el Sol sería una estrella fría de color rojo. Si fuese ligeramente menor, sería una estrella azul mucho más caliente y tendría una vida útil muy breve” Libro. “La ciencia descubre a Dios” ¿Cómo les parece?. ¡Hasta la semana que viene Dios mediante por la WEB!
William Amaro Gutiérrez
