¿Cuántas veces nos tomamos el tiempo de observar a esa persona que diariamente está en las calles de nuestro país trabajando honradamente para llevar el sustento que necesita a sus hogares? Posiblemente muchas personas del municipio Palavecino, en el sector La Mata de la parroquia Cabudare han visto a Rosalino Gil, un conversador señor oriundo de Maracaibo que tiene 42 años trabajando como zapatero, y gracias a este oficio, ha logrado sacar hacia adelante a su familia.
La historia del señor Gil se remonta a su niñez, cuando trabajaba en los campos del estado Zulia, allí trabajó en la ganadería, y posteriormente, fue ayudante en los procesos petroleros. Sin embargo, al paso de los años, aprendió sobre la zapatería, el cual terminó siendo su trabajo fijo al mudarse al estado Lara.
En una entrevista con el equipo periodístico de Elimpulso.com, Rosalino comentó que hace años era factible ser zapatero, pues le alcanzó para criar a sus hijos y cubrir los gastos del hogar. Pero al intensificarse la crisis económica en Venezuela llegaron los problemas para el señor Gil: «Yo ahorita hago trabajos por trueques (…) me dan un kilo de comida y les arreglo los zapatos o las sandalias«, mencionó.
Básicamente trabaja para comer. O como lo dijo el propio Rosalino: «alcanza para medio comer«. Más allá de las dificultades que tiene para hacerse con los alimentos, Rosalino contó que hay otra situación que le genera más preocupación y que se le escapa de sus manos: su esposa padece cáncer de mamas, y hace 4 meses le dijeron que debe operarse de urgencias. Y acá nace un gran «pero»: la operación tiene un valor superior a los mil dólares, una cifra que resulta imposible para Rosalino.
«Si no tengo ni para comer bien, mucho menos tendré para la operación«, comentó. A pesar de eso, Rosalino tiene la fortaleza firme en otro aspecto: la fe.
En medio de su conversación sobre el caso de su esposa, Rosalino contó que hace 19 años le detectaron un tumor cancerígeno en su cuello. «Los doctores me dijeron una noche que no iba a pasar del siguiente día porque estaba muy mal, tenía 6 litros de líquidos en mi estómago (…) pero en la mañana siguiente cuando vinieron a buscarme muerto, yo me estaba bañando (…) desde ese momento me empecé a mejorar, gracias a Dios«.
Es así como basa toda su esperanza en Dios, para que al igual que en su caso, pueda sanar a su esposa del cáncer que tiene: «Yo confío en Dios, yo le agradezco mucho por todos los milagros que me ha concedido (…) le pido a Él«, agregó.