Dirigir la Iglesia Universal y Apostólica, con escritura coherente, apegada a los nuevos tiempos y un corazón renovado, fiel a los preceptos que sostienen la historia de salvación del hombre, comprendidos en 73 libros de la Biblia católica, fue misión cumplida para el catedrático y más importante teólogo del siglo XX, Benedicto XVI.
Dios es amor. Así se titula la primera encíclica que el Papa de la Fe puso en manos de la feligresía católica; nombre que descubre los deseos santos del sucesor de Pedro, que reiteró en los últimos cuatro años de pontificado el ejercicio de la caridad, en todas sus dimensiones.
Llamó a América Latina el continente de la Esperanza, y de inmediato se reinflamó la llama del Espíritu de Dios en movimientos, grupos juveniles, ministerios y, de manera especial, en representantes del Magisterio de la Iglesia: sacerdotes, obispos y arzobispos.
En la pascua del 2010 dijo: “América, te propongo dar una respuesta contundente a Cristo. En tus comunidades están naciendo y creciendo los nuevos pastores y líderes del catolicismo. En tus comunidades se multiplican nuestras queridas religiosas y los misioneros que recorren el mundo cobijando al necesitado. Eres esperanza América, has resucitado con Cristo, yo lo sé… yo lo veo”.
Mejor legado: Año de la Fe
Porta Fidei, carta que giró por el mundo entero en octubre y noviembre del 2012, invita a la feligresía a profesar con convicción el amor y confianza al misterio de la Santísima Trinidad, la Iglesia y Santa María Virgen.
La esperanza quebrantada del pueblo peregrino, hoy se renueva con el decreto papal del Año de la fe, que inició el 11 de octubre del año pasado. Del éxodo, a la libertad de un verdadero encuentro con el Altísimo, es el legado de Benedicto XVI, quien ganó almas para el Reino de Dios, animó al abatido y promovió la formación para líderes parroquiales.
Hoy miércoles de ceniza: inicio de la Cuaresma
En la Iglesia católica, hoy comienza un tiempo litúrgico que invita a los fieles a dar pasos firmes en la conversión.
“Con la imposición de las cenizas, se inicia una estación espiritual particularmente relevante para todo cristiano que quiera prepararse dignamente para la vivir el Misterio Pascual, es decir, la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesús.
Este tiempo vigoroso del Año Litúrgico se caracteriza por el mensaje bíblico que puede ser resumido en una sola palabra: «Convertíos».
Con la imposición de la ceniza el pueblo peregrino recuerda que “eres polvo y al polvo volverás», también los invita a reflexionar acerca del deber de la conversión.
Así lo explica el portal web ACI-Prensa, espacio confiable para formación.
En este sentido, durante 40 días, los fieles están invitados a volver a Dios, haciendo penitencias y estableciendo un propósito firme de cambio.
En el período no se canta el Gloria, ni Aleluya en las celebraciones eucarísticas.