En Venezuela, donde la mayoría de su población se encuentra en pobreza extrema, los grupos familiares no son viables como tales, no tienen cohesión, no mantienen su integración.
Eso es lo primero que se debe considerar cuando se observa la situación de la niñez venezolana, dice el sociólogo Nelson Fréitez, profesor de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado y defensor de los Derechos Humanos, al ser entrevistado por Elimpulso.com.
Fréitez explicó que el grupo familiar no tiene los medios requeridos para garantizar la protección, la alimentación y el cuidado de todos sus integrantes. Como no puede lograrse la cohesión de la familia, entonces, tiene que generar estrategias de sobrevivencia para, precariamente, mantener la manutención de sus integrantes.
«Una de las estrategias de sobrevivencia es el desplazamiento o la migración forzada de uno de los integrantes, fuera de su ámbito o del país, para buscar los recursos que permitan financiar, sobre todo la alimentación, de los más pequeños».
En la medida en que la falta de ingresos, de empleos y el creciente aumento de la inflación agobian a los grupos familiares, éstos se han ido disolviendo y se seguirán disolviendo al no existir mejoramiento de condiciones de vida.
Eso explica que la migración, a partir del 2014, haya sido de personas de familias muy pobres, las cuales en su lucha por la sobrevivencia hayan buscado trabajo en otros países y de esa forma contribuir al precario mantenimiento de los demás integrantes de su grupo familiar.
Al cuidado de los menores han quedado abuelas, tíos y hermanos mayores, quienes desde entonces han venido recibiendo pequeñas remesas de dinero.
En Venezuela, según la Encuesta de Condiciones de Vida, hecha por la Universidad Católica Andrés Bello, Universidad Simón Bolívar y Universidad Central de Venezuela, la pobreza extrema aumenta en forma considerable.
Los niños, cuyos padres se han ido a otros países y están al cuidado de sus parientes, se sienten abandonados y sufren de una serie de problemas emocionales, no pueden entender porque sus progenitores no se encuentran a su lado.
La Constitución de la República otorga derechos a los niños y a la familia, pero, lamentablemente, no se cumplen.
Indudablemente, la situación del país es crítica y aproximadamente el 90 por ciento de la población se encuentra en condiciones de pobreza, pero lo más grave es el crecimiento de la pobreza extrema.
Al mismo tiempo ha aumentado la desprotección de la gente, comenzando por los servicios de salud y los programas de alimentación escolar.
«Aunque la administración de Maduro pregona que atiende a 7 millones de familias a través de su programa de bolsas de comida, éste no está regularizado y son frecuentes las quejas de las personas acerca del retardo en recibir los pocos alimentos que se les vende a precio subsidiado».
Asegura que es «inocultable que el volumen de calorías y proteínas ha venido disminuyendo a tal punto que eso mismo explica que los niveles de desnutrición de niños y personas de la tercera edad, cada día, sean mucho más elevados, aunque oficialmente no se den a conocer las cifras. Sin embargo, si lo hacen saber Cáritas y otras instituciones que se preocupan por las familias en situación de pobreza«.
Mencionó que «lo más triste del caso es que esos niños que crecen afectados por la desnutrición tienen dificultades para el aprendizaje, porque pierden la concentración en el estudio. En otras palabras, está en riesgo el futuro de las nuevas generaciones por la pobreza», concluyó.