¿¡Qué valores te enseñaron tu mamá y tu papá!?
Me niego a creer que proviniendo tú de una generación caracterizada por el buen ejemplo de los padres a los hijos, aquella en la que los valores eran tan importantes y constituían las columnas vertebrales de las enseñanzas y los consejos de tu hogar, ahora les estés dando con los pies y tus columnas vertebrales sean la corrupción y la inmoralidad. Tu evaluaste cuales eran tus columnas vertebrales y en función de eso, la descomposición moral y ética han invadido tu alma; tu corazón y tu prestigio están enlodados, porque todos te conocen y saben de lo que eres capaz y si te saludan es por cortesía y decencia, cualidades que tampoco prácticas.
Tu mamá aquella mujer llena de tantos valores espirituales, una mujer devota, caritativa, la que te regañó tan amorosamente y te dio las orientaciones pertinentes cuando hacías cosas indebidas y corregía tu rumbo cuando veía y notaba que estabas desviándote de la persona íntegra y honesta que anhelaba fueses. Ella te dio tantos ejemplos para que no te convirtieras en lo que hoy eres y tú la has decepcionado. Y sabes que aunque puedas ser un profesional, ella – tu mamá – y él – tu papá – querían de ti una persona enriquecida con valores espirituales y morales y no de dólares mal habidos por trampas, cohecho y por ser un disfraz de persona, con una personalidad retorcida. Ellos, tus padres tuvieron una conducta impecable, ellos no te enseñaron a delinquir, no te enseñaron mañas, y por el contrario te inculcaron que tuvieras vergüenza, decoro, dignidad y diafanidad.
Recuerdas las buenas personas que fueron tu mamá y tu papá. Sin temor a equivocarme, tu mamá era una santa mujer y tu padre un santo varón. Ellos quisieron que triunfaras, pero no haciendo trampa. Piensa en tu alma. Piensa en ellos, respétales estén donde estén. Que de seguro, sus nombres están escritos en el libro de la vida. Procura que el tuyo también lo esté y fíjate la edad que tienes, y cuánto tiempo tienes para cambiar ante los ojos de Dios.
Lo casa en la que vivías, tu hogar, la adquirió tu padre con honor y decencia, era un hombre curtido en la honradez, cada palabra suya era un bastión de sapiencia, te enseñó que no debías dañar a nadie, ni hacer injusticias, ni tener maldad en tu corazón ni reunirte ni asociarte con personas malvadas. Y ahora, mírate, evalúate, fíjate en lo que te has convertido. Cometes tantos delitos, enmascarado de persona correcta y lo que haces es burlarte de Dios y de tus amados padres. Aquellas personas tan importantes y trascendentales a las que debes la vida y si tan solo pusieras en práctica sus orientaciones, seguro ellos al lado de Dios, estarían orgullosos de ti, si cambiaras de rumbo y fueras mejor ciudadano y mejor persona. Acuérdate de tu alma y del momento en que debas dar cuenta ante el tribunal de Dios, no te llevarás lo robado, ni lo obtenido fraudulentamente.
La Biblia dice: Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche. Salmos 1:1.
Recuerda como cariñosamente te llamaban tu mamá y tu papá y lo amorosos pero correctos que fueron contigo y recréate en sus imágenes tan dulces y llenas de deseos bellos para ti y la clase de persona con la que soñaban que fueras. No los sigas defraudando…
Ten en cuenta que, el hombre que vence a otro hombre es fuerte, pero el hombre que se vence a sí mismo es poderoso. Lao Tse. Por ti y por beneficio de tu alma, corrígete, deja de ser un parásito.
Aunque si eres un psicópata narcisista, la exhortación no tiene sentido, porque ese desorden de la personalidad no tiene cura y no es una opción esperar que te corrijas.
Crisanto Gregorio León