Quienes realizamos este trabajo periodístico universitario, fundamentado en una destacada personalidad del acontecer social y político de Venezuela; jamás imaginamos que sería EL ÚLTIMO de Don: Rafael Andrés Montes de Oca Escalona, mejor y popularmente conocido como Don: «Pepi».
Indudablemente el entorno donde crezca un joven será esencial para su formación a futuro. La interacción social es un punto de suma importancia para los valores que refleje una persona. No obstante, un sitio histórico en la actualidad, donde en otrora época fue regocijo de grandes exponentes larenses, sería el lugar que más frecuentó Rafael Andrés Montes de Oca Escalona en sus primeros años de existencia, ese lugar fue la Plaza Lara, ubicada en la carrera 17 con calle 23 de la ciudad de Barquisimeto. Un detalle muy particular es que todos lo conocen como «Pepi», incluso él se atrevió a decir alguna vez «soy más Pepi Montes de Oca que Rafael Andrés Montes de Oca Escalona».
Este personaje vivió en la residencia de sus padres situada justo al frente de la Iglesia San Francisco de Asís hasta los 29 años de edad, cuando por motivos matrimoniales debió abandonar la casa paterna. Deja entrever lo especial que fue su formación juvenil en la popular Plaza Lara, lugar que considera sitio de profunda vinculación humana porque los recuerdos más felices de su vida los protagonizó allí.
Su adolescencia fue de mucho aprendizaje, pues mantuvo interacción con personajes insignes como el poeta Rafael Cadena, el poeta Alberto Castillo, el poeta y ex director del periódico El Nacional Antonio Arráez, Pedro López -pionero del beisbol en Barquisimeto-, entre otros personajes que fueron ejemplo para que la etapa infantil de Rafael Andrés, fuese ilustre
Comenta, con una sonrisa llena de emoción, que desde niño fue soñador y esperanzado en los sueños que noche tras noche tenía y se ha identificado siempre con una frase «los sueños son la base de grandes obras literarias universales, por eso fui, soy y seré un soñador».
Cursó estudios el Instituto La Salle hasta cuarto año, el último año lo terminó en el Liceo Lisandro Alvarado. En la etapa de bachillerato conoció personajes que le sirvieron de puente para que se integrara a la lucha política de aquel contexto venezolano, como Luís Herrera Campins, Ramón Escobar Salom, José Vicente Rangel, Gonzalo Barrios y otros actores políticos de gran proyección nacional.
A pesar que se marchó a Caracas con el único propósito de estudiar Derecho, no concluyó por los problemas socio-educativos que atravesaba Venezuela en la década de los 50. De este modo, regresó a Barquisimeto sin haber logrado el objetivo de ser abogado. Por su parte, la amistad que tenía con el rector de la Universidad de Los Andes, permitió que le dieran un cupo en ese recinto educativo.
Justamente un día antes de partir a Mérida para ingresar a la ULA, su padre muere. Esa inesperada partida propició un encuentro de sentimientos difícil de resolver para «Pepi». Con un severo brillo en los ojos y con voz enfática, manifiesta que la vida es un laberinto difícil de atravesar, «sabemos dónde nacemos, pero no dónde moriremos; se sabe que queremos tener hijos, pero no sabemos cuántos tendremos», explica mientras afirma que la muerte de su padre fue la principal causa de no haberse ido a estudiar a Mérida.
Rafael Andrés se haría cargo del negocio que sobrellevaba su padre -venta de queso-, aunque la falta de experiencia en él era considerable; entonces, la ayuda de algunas amistades fue esencial para seguir con la distribución del alimento. Por un tiempo sacó adelante el negocio familiar, aunque «la vida da muchas vueltas, es absurdo saber qué sucederá mañana», recalca «Pepi» con un gesto interrogativo.
Por la influencia de unos amigos logra obtener un cargo de docente en el Colegio Inmaculada Concepción, sitio donde trabajó por 11 años. El carisma natural que refleja su presencia y la personalidad definida que posee Rafael Andrés, fue la clave para acreditarse con la oportunidad de trabajar en uno de los colegios católicos más importante de Barquisimeto y de Venezuela.
Este lapso temporal fue vital para Montes de Oca, pues comienza a desarrollar su popularidad al hacerse famoso por sus críticas que tenían sello progresista en aquel Barquisimeto sumido en el atraso y el abandono. Por consiguiente, la elocuencia que reflejaban sus discursos políticos junto a la seguridad al momento de improvisar, produjo que los altos funcionarios de la Cámara de Comercio del estado Lara, lo nombraran miembro de la directiva en el año 50 aproximadamente. Allí se gestaría la sempiterna vida política de Don Rafael Andrés Montes de Oca.
La actividad política que comenzó a practicar «Pepi», se desarrolló en ejecuciones y acciones que se evidenciaban en todo el país. Aparte, era una política partidista y ejemplar, donde el funcionamiento institucional era lo más importante en las confrontaciones partidarias.
Las diferentes presentaciones que realizó en la calle, aunado al brillante e intachable desempeño laboral que mantuvo en la dirección de la Cámara de Comercio del estado Lara, sería el punto crucial para crearse un liderazgo que se convirtió en el punto de partida para ocupar varios cargos políticos en el estado Lara y en Venezuela.
Después que se diluye la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, en el año 1958, ocupó su primer cargo político, el de Presidente del Concejo Municipal de Iribarren. A pesar de su corta edad, muchos temían al pensar que era un muchacho inexperto en un puesto tan grande. Pero en la praxis demostró ser un gran administrador que propulsó el ideal social-cristiano en una sociedad barquisimetana que lo requería.
Si bien es cierto que para el año 1961 la elección de Rómulo Betancourt como presidente de Venezuela invadió de adecos el mapa político nacional, en vez de excluir al copeyano Rafael Andrés del entorno político regional, el gobernador que designó el presidente Betancourt para el estado Lara, Eligio Anzola Anzola, nombró secretario general de su gobierno a Montes de Oca. Realmente un golpe de suerte.
Una faceta de su vida que la recuerda con cierto grado de jocosidad, es que se define como un hombre acostumbrado a ser «encargado», pues en reiteradas oportunidades se hizo cargo de la gobernación del estado Lara durante el período de Eligio Anzola Anzola, donde inauguró algunas arterias viales de Barquisimeto.
También fue diputado al Congreso Nacional y perteneció a la Comisión de Finanzas, esto ocurrió posterior al cargo de secretario de gobierno del estado Lara. Cuando Rafael Caldera ganó las elecciones en 1969, fue electo diputado, pero «sería en ese período que Caldera me nombra gobernador del estado Lara», recuerda mirando una fotografía del ex presidente y tocayo suyo, Rafael Caldera.
Su gestión gubernamental se basó en programas que proyectaban evolución para el estado Lara. Recalca con orgullo que la mayor obra que se gestó en su mandato fue el acueducto de Barquisimeto, que aún hoy en día funciona. También promovió un orden integral para la capital larense, donde los barrios fueron «remodelados» y unificados en otros sectores, para poder crear la zona metropolitana de la ciudad y dejar el aislamiento de ciertos urbanismos que se formaron adyacentes a la urbe. Esto reflejaba su visión progresista con miras al futuro.
Menciona con alegría el gran número de liceos, calles pavimentadas y casas que se crearon durante su gestión. Lo importante de su mandato, señala Montes de Oca, es que el plan de gobierno no se basó únicamente en Barquisimeto como en anteriores períodos, sino en todo el territorio larense; «En Guarico, por ejemplo, creamos el primer liceo del pueblo, llamado Simón Castejón. Era inaudito pensar que en un poblado tan importante del municipio Morán, no hubiese una institución de bachillerato», señala Don «Pepi» mostrando una placa de reconocimiento que le obsequió la Sociedad Amigos de Guarico.
El plan de pacificación que manifestó Rafael Caldera en el año 1969 rindió los frutos esperados a nivel nacional. «Pepi», por su condición de gobernador de uno de los estados donde había más influencia rebelde por las montañas que comprenden el municipio Morán, realizó una labor impecable al plantear exitosamente la estrategia emanada desde Caracas y la pacificación de líderes guerrilleros que se acogieron a la política de pacificación y por ende al activismo político. Sinceramente ser partícipe de una pacificación nacional, es sin duda un mérito que el país debería reconocer.
Entre sus múltiples facetas políticas, destaca que fue jefe de campaña de la candidatura de Luis Herrera Campins en el año 1979 cuando éste alzó la victoria sobre Luis María Piñerúa Ordaz. Posterior a la victoria fue nombrado Ministro del Interior y Justicia y ejerciendo su cargo, ocupó más de cien días en 26 encargos la presidencia de Venezuela, dirigiendo, incluso, consejos de ministros.
Recorrió el mapa político nacional como un ave surca los aires. Se considera un hombre fiel como las estrellas a la noche, la prueba más sensata son 50 años junto a «su adorada Graciela», mujer con la que comparte un eterno amor y tres hijos. Durante la entrevista mencionó en reiteradas ocasiones creer en la suerte y afirma sin miedo equivocarse, que muchas de las cosas que logró en su vida ocurrieron por un golpe de suerte.
Rafael Andrés Montes de Oca o simplemente «Pepi» Montes de Oca fue uno de esos personajes que marcó la diferencia y rompió paradigmas, tanto en el estado Lara como en Venezuela. Reza un refrán que cada 100 años nace una persona excepcional. En Barquisimeto el 18 de junio de 1930 nació un ser excepcional ¡No hay dudas!
ESTE TRABAJO, DE INDISCUTIBLE VALOR, FUE REALIZADO POR LOS BACHILLERES: ARIANNYS HERNÁNDEZ, ANDRY REYES, MARIANNA NAJÚL Y CELSO NAZARENO PINEDA. ESTUDIANTES DE OCTAVO SEMESTRE DE COMUNICACIÓN SOCIAL.
