Al margen de diferencias y observaciones a su totalitario régimen político, China constituye un ejemplo de lo que no debe hacerse en materia económica cuando se está al frente de las riendas del Estado. El peligro del estatismo salvaje con su economía planificada y colectivista.
Fue ese precisamente el error cometido desde el triunfo de la revolución comunista liderada por Mao Tse-Tung en 1949 cuando es implantada de manera imperativa una economía de esa índole que termina en el más estruendoso fracaso.
En un país mayoritariamente de población campesina estos fueron obligados a aceptar ese modelo de economía que unos 30 años fracasó en la desaparecida Unión Soviética. El intento por aplicarlo por parte del sanguinario Stalin le costó la vida a más de 20 millones de personas. En china se repite el grave error con Mao Tse-Tung al frente del estado socialista.
En ambos países la carencia de bienes, productos y servicios era el pan de todos los días. En consecuencia, la economía paso a ser dominada por el mercado negro muy propio del sistema socialistas donde falta todo para la sobrevivencia de la población.
Así pues, en 1976, tras la muerte del caudillo Mao Tse-Tung, el nuevo líder Den Xiaoping cambia la línea dogmática y la sustituye por la apertura y flexibilidad ideológica y económica. Un día le informan que un campesino de una lejana provincia no sigue las directrices de la economía colectivista planificada, pero que produce en abundancia. Ello le despertó la curiosidad de Xiaoping para iniciar una investigación.
Éste se da cuenta que aquello es muy bueno en términos de productividad económica máxime en un país que debe dar alimentos a más de mil millones de bocas. Sabiamente decide su aplicación a gran escala lo cual resulta un éxito. Así entra China a la economía de mercado caracterizada por la abundancia que permite superar la carencia de bienes, productos y servicios.
Ese cualitativo salto fue posible gracias a la decisión de la nueva dirigencia china de eliminar las comunas inspiradas en la propiedad colectiva, la revolución cultural y los lavados de ideológicos de cerebro. Fue la salvación de una segura hambruna y atraso cultural.
Lo que indica que la economía de mercado no es tan maléfica como la pintan los izquierdistas estalinistas atrasados e ignorantes. Los chinos practican la libertad de empresa y la economía de libre mercado sin los asfixiantes controles del Estado. Hoy es el país que le disputa a EEUU la hegemonía de la economía mundial.
En el 2020 la economía del gigante asiático salió avante con un envidiable crecimiento del 2,3% en medio de la crisis causada por la covid-19. Por ende, exhibe una capacidad de producción en crecimiento. Puede exportar al mundo incluso colocar dinero en el sector bancario de EEUU.
En China se confirma que el capitalismo sirve para crecer y el socialismo para reprimir. Sin ningún apasionamiento el capitalismo no es perfecto, pero al menos tiene la virtud de la producción en serie y a gran escala que asegura la satisfacción de la oferta y demanda. Es precisamente lo que más odia el socialismo del siglo XXI impetrante en Venezuela, mientras la mayoría de venezolanos pagamos las nefastas consecuencias de ese disparate.
Freddy Torrealba Z.
