Desde una óptica democrático-liberal, es difícil entender por qué el gobierno de NM no toma una serie de decisiones obvias para resolver la crisis socioeconómica del país, sobre todo si dicha crisis afecta más a los pobres, a quienes dice proteger. Es más, algunas de estas medidas fundamentales están planteadas por dicho gobierno, pero no implementadas.
Está planteada la reforma de la Ley de Hidrocarburos. Se trata, al menos, de reducir los impuestos y regalías que deben pagar las empresas del ramo (los más altos del mundo, alrededor del 97%) y de permitir que los inversionistas potenciales, distintos al Estado, puedan poseer más del 50% de las acciones de las empresas operadoras. Sin estas reformas los inversionistas no estarían motivados a invertir, no podrían controlar la operación y su inversión correría el riesgo de perderse en manos de quienes controlan a PDVSA y sus filiales; como ya ha ocurrido. Cierto es que los estatistas pierden cierto poder en abrir a PDVSA, pero les conviene, porque más poder pierden con las otras dos opciones: diversificar la producción nacional y las exportaciones o desestabilizarse por seguir hundiéndonos en la más abyecta pobreza.
Otras privatizaciones: el mismo grupo gobernante lo propuso en su Ley Antibloqueo, enfocada en vender o asociarse con inversionistas capaces de rescatar las 800 empresas del Estado. Sin embargo, ya ni habla de esta iniciativa.
La dolarización ha sido, junto con la liberación de precios y la reducción de aranceles, clave en la recuperación de la economía que se ha experimentado desde principios de 2019: se recuperó el abastecimiento y desaparecieron la despiadada especulación de los bachaqueros y las colas para comprar. Desde entonces, la percepción de la “Situación Personal”, medida por la Ómnibus de Datanalisis, ha mejorado notablemente, de -84% en enero de 2019 a -52% en junio de 2021. Pero ese indicador está estancado y creemos que ello se debe a que el gobierno ha sido parco y lento en otras medidas complementarias, como la autorización de las transferencias interbancarias y el crédito en dólares.
Más bien, el gobierno ha mantenido un alto encaje bancario para restringir la liquidez y, con ello desacelerar la devaluación, pero no ha logrado ni tiene un plan integral para erradicar su principal causa: la inflación. Además, el alto encaje ha estrangulado el crédito bancario. Sin crédito, se frena la producción, la sustitución de importaciones y la generación de empleo: una receta inflacionaria y devaluacionista.
Así y todo, el oficialismo está tratando de “cogerse” el atributo recuperación económica con miras en la campaña electoral en curso. Para ello, si bien abandonó los temas de fondo arriba señalados, recientemente nos habla de proyectos de mucha menor monta: La Ley de Emprendedores y la Ley de Zonas Económicas Especiales; leyes de impactos parciales y clientelistas que para nada resuelven los temas mayores ya apuntados.
Se entiende que las malas políticas socialistas nos destruyeron, pero lo que no se puede aceptar es que quienes controlan el poder se sientan con la autoridad moral para seguir haciendo lo mismo tan sólo porque su ideología se los imponga; más si nadie votó por semejante desastre y siendo los más pobres los más perjudicados. De allí que los niveles de aprobación de gestión de la labor del presidente Maduro, sus ministros y gobierno oscilan entre 11 y 14%, el 70% de la población los tiene como responsables de esta situación y la percepción de la Situación País es – 94%.
¿Cuál es el sentido de “no cambiar las políticas socialistas-estatistas-colectivistas por políticas de una Economía Social de Mercado, como la que practican los gobiernos socialistas de Europa y Latino América? Desde una óptica extrema, como la cubana de los Castro y la de Corea del Norte de los Kim, se entiende que a un pueblo se le domina políticamente empobreciéndolo económica, social, cultural y moralmente. En nuestro caso, dando el beneficio de la duda, es posible que NM entienda la grave situación de su gobierno y del pueblo. Pero, en vez de jugarse la carta ganadora a favor de reformas económicas obvias, está jugando al equilibrista entre los reformistas y los comunistas de su gobierno. Por eso no vamos para ninguna parte. Esta posición es un desperdicio porque, si NM reorienta la economía, recuperaría fácilmente decenas de puntos de aprobación e intención de voto; sobre todo ante una oposición atomizada y mínima que no le significa un freno. Su enemigo sería él mismo.
En cuanto a las negociaciones con la oposición facilitadas por la Unión Europea, ojalá no esté pasando lo mismo. Pero allí tampoco nada indica lo contrario porque, pedir, antes de sentarse a negociar, que le remuevan las sanciones, se reconozca su gobierno, le devuelvan los dineros congelados y, a la vez, retomar la encarcelación de políticos de oposición en las narices de los representantes de la Unión Europea es una muestra de fuerza, pero también un sabotaje al proceso negociador.
José Antonio Gil Yepes
@joseagilyepes