El sacerdote jesuita Arturo Peraza quien es abogado, politólogo y vicerrector de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) en Guayana, precisó que los grupos armados como el de Caracas se vienen presentando en todo el país desde hace años, no es la primera vez que se ven estos sucesos.
“Esto ya había ocurrido en Caracas. Esta es la segunda parte. En la Cota 905 ya ha ocurrido varias veces, solo que esta fue especialmente dramática”, sostuvo.
En entrevista con Radio Fe y Alegría, el sacerdote explicó cómo en distintas partes de Venezuela grupos como los de la Cota 905, tienen incidencia de las mafias, incluso del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Un ejemplo que trajo a colación es el Arco Minero del Orinoco (AMO).
“En Bolívar todo el Arco Minero está controlado por grupos análogos a los de la Cota 905. Algunos tienen que ver con incidencias de las mafias, del ELN. Son bandas parecidas a las de «El Koki”.
“Todo eso domina el oro y tiene sometido al banco, sin que la guardia, los policías ni instruccionalidad venezolana aparezca ni por error”, agregó.
Peraza también alegó que lo mismo sucede en Apure, pero el régimen prefiere señalar a defensores de derechos humanos, políticos de la oposición y a gobiernos de otros países.
“Claro que la administración de Maduro está preocupado y tienen que buscar un culpable. No pueden decir que son ellos, aunque son ellos”, puntualizó en su explicación que desmonta los señalamientos hacia Freddy Guevara y los activistas de FundaRedes, ya que la situación se debe a un Estado fallido que intentó crear zonas de paz con bandas armadas anárquicas.
¿Hay esperanzas de una salida?
Peraza como experto en leyes y en Ciencias Políticas afirmó que Venezuela está en vía de un Estado fallido, que es difícil de recuperar porque “nadie quiere invertir en un Estado que está fracturado y el régimen es ilegítimo».
“Un Estado fallido es incapaz de cumplir muchísimas obligaciones nacionales e internacionales en función de brindarle seguridad y control del territorio, se convierte en un estado anárquico. ¿Cómo se ve eso?, pues si tengo un problema yo no acudo a los tribunales, yo acudo a los grupos irregulares”, explicó.
Asimismo, indicó que los ciudadanos cada vez más resuelven los problemas a través de la violencia particular o con grupos que hacen la función del Estado.
Sin embargo, como sacerdote jesuita ve este tiempo como de conversión para que la sociedad venezolana entienda que “lo gratis termina mal”, que se requiere de trabajo y esfuerzo personal, que los valores son necesarios y que la riqueza no es tener “corotos”.
“Cuando no hay valores, no hay riqueza; entonces hay hambre. Tenemos que reconvertir ese modelo social. Nos va a tocar aprender a sembrar”, reflexionó.
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