El legítimo Presidente (encargado) de la República, Juan Guaidó, ha colocado ante la opinión pública, la propuesta de un acuerdo de salvación nacional para Venezuela. En varias ocasiones escribí sobre algo parecido a esa propuesta. Por supuesto sin las motivaciones, explicaciones y detalles ofrecidos, ni mucho menos, por el presidente Guaidó. Venezuela ya tiene experiencia acerca de acuerdos entre partes opuestas, sobre todo para hacer prevalecer el más alto interés nacional. Nadie puede estar en desacuerdo en llegar a entendimientos entre adversarios políticos, nadie puede estar en desacuerdo con pactos que busquen construir una república pacífica y en franco progreso para llevar bienestar y seguridad a todos sus ciudadanos, sobre todo cuando los pactos son de buena fe y honestos. El pacto de Puntofijo fue eso, un acuerdo para darle gobernabilidad a Venezuela, darle estabilidad institucional, económica, política y social. Ese pacto nos regaló cuarenta años de realizaciones que están a la vista. No todo fue perfecto, ninguna obra humana es perfecta, pero lo logrado esos años permitió un relativo progreso que hoy añoramos. Había que perfeccionar la democracia, hoy hay que reconstruirla totalmente. Cabe muy bien aquel viejo refrán venezolano: “Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde.” O“ éramos felices y no lo sabíamos”. Nos ha costado “sangre, sudor y lágrimas”, con el permiso de Sir Winston Churchill, recuperar esa felicidad perdida. A veces pienso que los de mi generación ya no viviremos para ver de nuevo florecer la libertad y la democracia en nuestro país.
Guaidó ha planteado entonces un acuerdo de salvación nacional. Estoy de acuerdo con su propuesta. Ya basta de tanta maldad, desidia, persecución, corrupción y destrucción. El llamado de Guaidó me recuerda el “Mayday” que se utiliza cuando ya son muy escasas las posibilidades de salvación de un avión en grave peligro. Es un SOS ante la casi inminente caída del avión. Así está Venezuela, cayendo en barrena. No hay otra alternativa que ponernos todos de acuerdo para la salvación de la patria que se pierde. Las diferencias con el pacto de Puntofijo son claras. El adversario común, en aquel momento, había sido Pérez Jiménez y el pacto de Puntofijo se firmó después de la caída de Pérez Jiménez, ya éste no estaba. No hubo acuerdo con el dictador. Hubo acuerdo entre las fuerzas democráticas, la sociedad civil, militares institucionalistas, la Iglesia católica, los medios de comunicación social, universidades, sindicatos, estudiantes etc. Todos esos factores en una sola voz y en un solo esfuerzo hicieron sucumbir aquella dictadura. Hoy estamos frente a un régimen dictatorial que simula dialogar, que no atiende los problemas, que ha dejado morir a la república, que ha concentrado todo el poder. No hay área de la vida nacional fuera del caos producido por el régimen de Maduro. Me preocupa, por ejemplo, la hiperinflación, indetenible y factor determinante de la pobreza y escasez, la situación de la salud absolutamente deteriorada, la situación de la educación, sin espacios para miles de niños, las universidades sin recursos para subsistir y levantarse. Le deseo mucha suerte a Guaidó, porque su suerte es la de todos los venezolanos. Necesitamos un acuerdo para salvar a Venezuela.
Joel Rodríguez Ramos