Para muchos puede resultar sorpresivo pero el chicagüire está emparentado con los cisnes y los gansos, por lo distinto de su aspecto, pero en realidad son como primos, pertenecientes a la familia Anhimidae.
Por lo general vive cerca de grandes cantidades de agua o zonas costeras, en las que haya bastante vegetación, y, rara vez, pueden ser vistos en zonas más secas, eso sí, solo en Venezuela y parte del norte de Colombia.
La mayor parte de su cuerpo está cubierto por plumas de color cenizo, y una que otra pluma negra. Sus patas son de color rosa y presentan una robustez ideal para sus faenas en zonas acuáticas.
A pesar de ser un ave acuática solo busca su alimento en zonas costeras. No se adentra en estanques o lagos.
Sus nidos son flotantes, construidos con las plantas que encuentran en la zona donde están. Pone de 3 a 5 huevos y su incubación, que dura casi un mes, es realizada principalmente por la madre. Ambos padres se comparten el cuidado de las crías.
En Venezuela se desconoce su situación, ubicando su población entre 300 y 1.000 individuos, número inferior a Colombia, donde se estima que son cerca de 2.000.
Un dato que llama la atención a conservacionistas es, que al parecer han ido expandiendo su hábitat, dispersión que explicaría la poca población en zonas previas, de hecho, existen evidencias que la especie se moviliza hacia el centro oeste de Zulia, asociada a la sustitución de los arbustales secos por pastizales y humedales.
Globalmente se le reporta como Casi Amenazada (BirdLife International 2015). Aunque en Colombia es clasificada como Vulnerable, y en algunas localidades se considera común.