Las familias que habitan en Santa Elena necesitan del apoyo de las autoridades para combatir la inseguridad que afecta no sólo al urbanismo sino al resto de hogares barquisimetanos residenciados en los alrededores.
Son muchas las historias de robos de vehículos, atracos a mano armada y hasta de secuestros, sin embargo, no son los tipos de delitos lo más importante ahora, sino la angustia sembrada en el interior de los ciudadanos. Un terror está presente entre los residentes y afecta incluso al personal de limpieza.
Los delincuentes se fijan en las personas pudientes y en aquellos que trabajan como aseadoras o choferes en la zona. Marina Lozada es habitante del oeste, y desde hace 15 años gana el sustento para los suyos, lavando y planchando ropa en la urbanización.
Cuenta que, al menos cinco veces, sólo durante el año pasado, la abordaron motorizados en la subida de Santa Elena para despojarla de la cartera. “Me han dejado hasta sin pasaje”, contó indignada por la indolencia oficial con respecto al tema. Así lo interpreta ella y buena parte de la ciudadanía.
De esta manera, está demostrado que aun cuando se viva o trabaje en el este, no es garantía de estar lejos de la inseguridad como en cualquier sector popular. Es una dura realidad que todavía no tiene los correctivos suficientes o quizás los más efectivos.
Guarida
En la calle España con la intersección de Santa Elena (norte) hay un terreno abandonado que genera problemas a los residentes de esa cuadra. La maleza sobrepasa por completo la cerca perimetral y de ese lugar salen alimañas que llegan hasta las viviendas vecinas.
Asimismo, el lugar sirve como guarida para los delincuentes y se convierte en un tramo muy peligroso para el resto de conurbanos.
Así como ese espacio, otras tantas calles del urbanismo aunque desiertas, tienen rastro del abandono oficial, sea por los huecos o por los matorrales que cubren las aceras.
A propósito de la vialidad deteriorada, la vecina Lourdes Lara explica que las vías necesitan de un bacheo perdurable, de buena calidad, debido a las malas experiencias. “Cercano a la procesión de la Divina Pastora, el 14 de enero, repararon algunos huecos: actualmente ya se observan grietas”, expresó.
La plaza está abandonada
Asimismo la plazoleta de la urbanización Santa Elena está deteriorada de principio a fin. De los asientos de ladrillos no queda prácticamente nada. Lo mismo sucede con las luminarias: todas se observan dañadas y aquellas que permanecen de pie no tienen iluminación alguna.
Ese espacio era utilizado por los estudiantes de liceos cercanos para repasar las lecciones del día. Ahora hay abandono por donde caminen. A duras penas, funciona la pista de bicicletas.
Por suerte, el campo de fútbol de la urbanización fue reparado hace poco por la Gobernación del estado Lara, de lo contrario, el caos sería peor para la juventud de la zona.
No obstante, entre las deficiencias en las vías, la plazoleta e inseguridad, pasan los días quienes llevan hasta 20 y 30 años viviendo en el urbanismo. “No tenemos otras alternativas, cada quien en la medida de sus posibilidades, colabora para la conservación de las áreas verdes y se hace cargo de la seguridad de la familia”, agregó la vecina. Una situación similar ocurre en la urbanización El Pedregal donde tampoco las vías exhiben su mejor rostro y necesitan de protección policial permanente, entre otras necesidades que deben ser atendidas.
Camposanto
El cementerio de Santa Rosa, ubicado a poca distancia de la urbanización Santa Elena, sigue necesitando de la voluntad del gobierno municipal. El mantenimiento del camposanto ha tardado y los familiares de difuntos tienen temor de acudir a las tumbas si no existe una limpieza exhaustiva del lugar.
Y el temor es porque entre los matorrales que abundan en el sitio donde reposan los cuerpos, se esconden antisociales para sorprender con los atracos a los visitantes. Solicitan un operativo lo antes posible a fin de retomar la visita y oración a sus seres queridos fallecidos.
Fotos: Dedwison Álvarez