La Confraternidad de Pastores del Ministerio del Evangelio del estado Lara (Conminela) al lamentar la muerte del pastor Mario Segundo Camejo Flores, durante la requisa efectuada en la cárcel de Uribana, se quejó de que ningún organismo regional ni nacional haya decretado ni siquiera un minuto de duelo por las más de sesenta muertes que oficialmente han sido registradas en ese penal.
En rueda de prensa hablaron el pastor Agustín González, presidente de esa organización, y el abogado Reinaldo Romero, asesor jurídico de la misma.
Estuvieron igualmente en el presidium la viuda de Camejo Flores, Eddy de Camejo, y sus hermanos Eliécer y Ana Camejo Flores.
Comenzó la reunión con los representantes de los medios de comunicación con la lectura del capítulo 5, versículo 9, del Evangelio de Mateo, correspondiente al Sermón de la Montaña, en la que son bendecidos los pacificadores.
En las cárceles venezolanas han muerto varios pastores que surgieron precisamente en los penales; pero, Camejo Flores ha sido el primero que provenía de la calle.
En el momento en que se produjeron los hechos de Uribana se encontraban en esas instalaciones doce pastores: seis de Barquisimeto y los otros seis de estados vecinos.
Todavía se desconocen detalles de cómo ocurrió su muerte, porque, según González, hay diversas versiones y, por lo tanto, se espera que se haga una exhaustiva investigación no sólo sobre el fallecimiento del ministro evangélico sino de todas las personas que perecieron.
Camejo Flores fue calificado como héroe de la fe y por el trabajo que cumplía en la cárcel no percibía ninguna remuneración como tampoco los demás que realizan su labor evangélica en los penales.
Destacó las dificultades que existen en los establecimientos penintenciarios para predicar y redimir a los reclusos; pero, manifestó que no por lo sucedido se dejará de seguir trabajando con la misma dedicación. Dijo que la representación de Cominela espera ser recibida por la ministro de Servicios Penitenciarios, Iris Valera.Y, por supuesto, esperan garantías para la vida de todas las personas que voluntariamente trabajen por los presidiarios.
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