Reflexión
La muerte de la Lic. María Hortensia de Zapata me hace recordar, como si fuera ayer, las palabras de mi madre. Cuando le llevábamos un problema o una necesidad material y pedíamos su ayuda, decía: “No se preocupe hijo, que todo en esta vida tiene solución menos la muerte”.
Cómo me hubiese gustado demostrarle que hasta la muerte tiene solución. Que Dios ha vencido la muerte y que todo aquel que en él crea aunque esté muerto vivirá. “Jesús respondió: «Yo Soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá. Todo el que vive y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?» Juan11:25,26. Seguro, la hubiera escuchado decir, con esa expresión de inocencia ya en sus últimos años: ¿Verdaaa?
Definitivamente, todo lo que dice el hombre acerca de la muerte y lo sustenta en tradiciones que pasan oralmente por tradición de generación en generación. O las conclusiones traídas por filósofos o filosofías, sobre este tema, para nada producen paz y sosiego a una alma desbastada por la pérdida de un ser querido. Es posible que sean muy bonitas y seguramente esperanzadoras, pero no son realidad. Y si no son realidad, por cuanto la verdad verdadera de estas y muchas cosas más están en La Biblia, que es la palabra de Dios, en el fondo, no traerá la confortación poderosa que buscamos, que nos permita seguir adelante en este miserable planeta donde vivimos.
La vida de esta valiosa profesional, que se extinguió producto de una repentina enfermedad, es la expresión práctica de lo que Dios dice en su palabra. Cuando pasó a formar parte del personal del Diario EL IMPULSO, entendió, que asumía un compromiso laboral por el cual recibiría una remuneración y se entregó a hacer su trabajo con todo su ímpetu. Con vocación y entrega total por largos años. Incluso, aún con la carga de dicho padecimiento, luchó para rendir en su trabajo. Luego del tratamiento que recibía para su enfermedad, igual venía con ánimo y decisión a cumplir su jornada laboral.
No sucedió con ella lo que sucede con muchos. Que cuando andan en busca de trabajo, al recibirlo, tienen una disposición absoluta de realizarlo y cuando ya están consolidados en el puesto. Cuando ya tienen cierto tiempo en funciones, quieren tumbar al empleador. Abandonan así, la oportunidad recibida y se convierten hasta en enemigos del que un día resolvió su grave problema de sustento. María Hortensia se casó con su trabajo y se mantuvo fiel a él, como debe ser.
Cuando muere un ser querido, la pregunta que siempre hacemos es ¿Por qué? La cual deberíamos cambiar ¿Para qué? Si, buscar la respuesta en lo que debemos aprender, una vez que el ser amado ha bajado al sepulcro. Cuando Lázaro estaba enfermo sus hermanas mandaron a buscar a Jesús urgentemente, con la esperanza de que se viniera de inmediato. Pero él contestó: «Esta enfermedad no es para muerte, mas por gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.» Juan.1:4 Y era verdad. Al morir su amigo, se iba a cumplir el evento más grandioso de la humanidad: la resurrección. Lo cual va a suceder también con todos aquellos que mueren en la esperanza del Evangelio, como nuestra amiga María. Quien con toda su devoción, asistió a sus oficios religiosos y pocos días después se fue al descanso.
Mis apreciados, el mejor lugar para saber los misterios de la muerte, lo encontramos en las Sagradas Escrituras. Es allí donde está el consuelo vigoroso que trae paz al alma abatida por el dolor de la partida de un ser querido. Por ello, la familia de María Hortensia y la familia de EL IMPULSO, que la vio nacer, crecer y desarrollarse por más de 30 años, en medio de la tristeza y el dolor que les embarga, deben estar tranquilos, por cuanto Dios afirma. “Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen”. (Apoc. 14: 13). Lo que quiere decir, que nada borrará el espíritu de trabajo, fidelidad y la capacidad de superación que le caracterizaron en vida. Su ejemplo, sus obras, quedaron escritas en la historia de EL IMPULSO, con la tinta indeleble de su labor, su honestidad e integridad profesional. Y Dios tiene una promesa. «Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero” 1 Tes. 4:16. !Seguro allí estará ella! !Hasta el martes, Dios mediante! “Cristo crucificado: hablad esta verdad, orad acerca de ella, cantadla, y ella quebrantará y ganará los corazones” Elena de White.
