El papa Francisco instó este sábado a todos los trabajadores e instituciones vinculadas a las finanzas vaticanas a tener una conducta “irreprochable y ejemplar”, y consideró “ineludible” establecer “nuevas y más incisivas formas de cooperación, tal como piden las instituciones supervisoras de los mercados financieros activas en el ámbito internacional”.
El pontífice también se refirió a la “necesidad prioritaria” de que en el sistema procesal se establezca “la igualdad entre todos los miembros de la Iglesia, y su igual dignidad y posición, sin privilegios que se remontan en el tiempo y ya no se corresponden con las responsabilidades que cada uno tiene en la edificación de la Iglesia”.
Tras agradecer la “a veces ardua” labor del Promotor de Justicia vaticano, Gian Piero Milano, el papa mencionó los cambios normativos que “han caracterizado el sistema judicial del Vaticano en los últimos años”.
Estos “podrán ser más incisivos en la medida en que vayan de acompañados de nuevas reformas en el ámbito penal, especialmente para la lucha y represión de los delitos financieros, y la intensificación de otras actividades dirigidas a facilitar y acelerar la cooperación internacional entre los órganos de investigación vaticanos e instituciones homólogas de otras naciones, así como por las iniciativas tomadas por la Policía Judicial de nuestro estado”.
“A este respecto, parece ya ineludible identificar e introducir, mediante normas o memorandos de acuerdo, nuevas y más incisivas formas de cooperación, tal como solicitan las instituciones de supervisión de los mercados financieros que operan a escala internacional”, añadió Francisco en la apertura del año judicial del Tribunal del Estado de Ciudad del Vaticano.
“Insto a todos -prosiguió el pontifice- a que las iniciativas que se han emprendido recientemente y las que se han de adoptar para la absoluta transparencia de las actividades institucionales del Estado vaticano, sobre todo en el campo económico y financiero, se inspiren siempre en los principios fundacionales de la vida eclesial y, al mismo tiempo, tengan debidamente en cuenta los parámetros y las ‘buenas prácticas’ internacionales actuales, y que aparezcan ejemplares, como se impone a una realidad como la Iglesia Católica”.
El papa agregó: “el hecho de ser marginales en las dinámicas de las relaciones económicas no nos exime, ya sea como comunidad de fieles o como individuos, de un peculiar deber de testimonio (…) en la sociedad y en la comunidad internacional, especialmente en tiempos de crisis como el actual”.