Con la requisa del penal de Centroccidente, perdió la vida Segundo Camejo, pastor evangélico dedicado a mediar entre las autoridades y los privados de libertad, incluso, entre la propia población de reclusos.
Su trayectoria al servicio de los internos era de 20 años, contó muy afectado su hermano en religión, Orlando Fernández, quien también es pastor de la Iglesia evangélica Aguas en el Desierto. Un padre responsable, de cuatro jóvenes, esposo abnegado y ejemplo de vida cristiana, caracterizaban al noble hombre que fue herido de bala mientras trataba de defender la integridad de diez reclusos que se encontraban refugiados en el área del culto. El dolor embarga a toda la comunidad religiosa que lo acompañó en su caminar. Residía en la comunidad La Victoria, parroquia Unión, en el norte de la ciudad, y se congregaba en el templo de esa misma barriada.
Semana a semana, acudía a la cárcel para proclamar la Buena Nueva, además de ofrecer palabras de aliento entre las personas que después de haber cometido delitos, ahora pagan por sus culpas. “Los familiares de los internos veían en él a un verdadero amigo: estaba pendiente de entregar las medicinas y alimentos que mandaban madres a sus hijos presos, entre tantos otros favores de buena voluntad.
Si algún interno no tenía cómo comprarse una medicina, él amablemente costeaba los gastos, todo por amor a nuestro Señor Jesucristo”, sostuvo Fernández.
Con oraciones y cantos, hermanos de la iglesia y familiares, despiden al señor Camejo, quien además fue muy cercano a los medios de comunicación, en pro de ofrecer información acerca de las peticiones de los encarcelados.
Foto archivo