En el altar mayor, allí estaba ubicada la réplica de la Divina Pastora en Ronda de Capuchinos. Se ha celebrado la misa con mascarillas, protección, medidas COVID- 19, pero también con mucho calor, en medio del frío propio de enero y la pandemia, el calor de la familia, de la oración y de la devoción de un pueblo que se hace rebaño cada 14 de enero, dijo presente.
Es la octava misa que se celebra en la ciudad de Sevilla, la cuna de esta advocación mariana. Este año se dejó de hacer el emotivo recorrido. Sin embargo, entre cánticos y plegarias los venezolanos radicados en la capital hispalense, pudieron acercarse a la figura de nuestra madre espiritual.
Fray Eduardo Rodríguez superior de los Capuchinos en Sevilla, fue quien ofició la misa, organizada por la Hermandad de la Divina Pastora de Barquisimeto.
“La vida es una peregrinación. Conmemoramos el 165 aniversario de la peregrinación venezolana, del voto, de la promesa hecha por el auxilio a nuestra madre en Venezuela, en vuestra querida tierra, hoy que se derrama una pandemia, la tenemos a ella y a Jesús el Buen Pastor”, dijo el sacerdote franciscano.
Con estas palabras el frio se despejaba y comenzaba la celebración eucarística.
“La Virgen siempre nos está acompañando, la auténtica imagen de la Pastora la llevamos esculpida en nuestro pecho y corazón. Ella nos está alentando, nos muestra el fruto bendito de su vientre. Ella es fuego que enciende el alma y la vida”, comentó.
Tres personas ocupaban cada banco. Además de los venezolanos, quienes se congregaron con amor ante su virgen, también estaban los representantes de la Hermandad del Redil Eucarístico de la Divina Pastora de las Almas Coronada, que este año celebran el centenario de la Coronación Canónica y cuya medalla lucía la réplica como homenaje a una fecha tan especial.
De la misma forma dijeron presente los representantes de la Real y Primitiva Hermandad de la Divina Pastora y Santa Marina, quienes siempre han profesado un cariño especial por el pueblo barquisimetano.
Acompañaron a los venezolanos también representantes de las Hermandades de la Divina Pastora de San Antonio y Padre Pío.
Este año la liturgia que se leyó fue la que correspondía al día. El Evangelio de San Marcos con la historia del leproso que quiso tocar el manto de Jesús y así recibir la sanación, fue la palabra compartida para dar ánimo en un contexto en el cual las personas claman por salud y sanación total.
“El leproso se fue a pregonar según San Marcos, quien va detallando y escribiendo todas las acciones que ocurrían en torno a la figura de Jesús. Yo quiero convertirme en pregonero como el leproso, como María porque fue ella la que se hizo presente, fue ella la que me abrazó, la que me mostró su cayado. La pandemia nos tiene que hacer solidarios, la Virgen Santísima es solidaridad y en este momento no los demuestra. Después del anuncio se va con su prima, va donde la necesita y donde la palabra de Dios ha sido anunciada. Ella es Pastora de una manera especial, también de las ovejas que están lejos. Se dedica a cuidar y ayudar, quien no ayuda no quiere”, manifestó Fray Eduardo en la homilía.
Destacó en sus palabras que Fray Isidoro fundador de esta advocación mariana, buscaba hacer rebaños, hermandades, grupos de cristianos que se convirtieran y pusieran a la Virgen en el centro de sus vidas, y así ella, “velar por nuestra conversión”.