La estrella mundial de salto triple, Yulimar Rojas, ganadora de dos títulos mundiales consecutivos y candidata de Venezuela al oro en los Juegos Olímpicos de Tokio, inspiró la realización de un mural por un talentoso grafitero venezolano. Para Wolfgang Salazar, la atleta es una musa y una fuerza de la naturaleza capaz de elevar el ánimo de sus compatriotas, incluso en uno los peores momentos de la historia de su país.
Rojas -la primera venezolana y tercera latinoamericana en consagrarse como atleta del año, un galardón otorgado por World Athletics- es motivo de alegría y orgullo en esta nación urgida de buenas noticias mientras es azotada por una severa crisis política y social. Además, la economía que cursa su sexto año de recesión y según el Fondo Monetario Internacional alcanzaría una caída de 25% y una hiperinflación de cuatro dígitos.
“Cada mural es una buena noticia, una linda noticia. Una nueva cosa que está pasando en la ciudad y la gente se alegra; todos quieren ir a tomarse fotos, compartir”, dice Salazar, un artista del grafiti de 30 años conocido como “Badsura”.
El artista procura que la gente tenga algo que contar distinto a la lucha por sobrevivir del día a día o sobre los efectos de la cuarentena vigente desde el 16 de marzo para contener los contagios del nuevo coronavirus.
“Que puedan sonreír por un momento y que lleguen a su casa contando una historia distinta” es una gran recompensa, expresa.
Escoger como musa a la atleta de 25 años fue algo natural para él, pese a que no se conocen. Dice que la eligió por ser “un personaje que ha alzado la bandera” venezolana “en lo más alto”. Además es “un personaje actual y joven”, agrega “Badsura”, que ha pintado en muros a figuras como Simón Díaz, el afamado cantautor venezolano que conquistó al mundo con su clásico «Caballo Viejo» y falleció a los 85 años en 2014.
Aunque muchos de esos personajes fueron “extraordinarios” y representan las raíces de los venezolanos, “Badsura” considera que no se puede “solamente vivir del recuerdo”: la identidad del venezolana debe preservarse y construirse a diario, acotó.
Para el artista, el concepto del mural tiene que ver “con los frutos de la tierra venezolana». Según explica, Yulimar es “como la naturaleza” y está “dando frutos” como el araguaney, el árbol nacional; la orquídea, la flor del país, y el turpial, ave endémica en Venezuela, “que son tres elementos que nos identifican a todos los venezolanos”.
Rojas aparece en el mural abrazada y saltando sobre la cumbre de El Auyantepui, una de las formaciones rocosas rectangulares más antiguas, que tiene en su cima el Salto Ángel, la caída de agua más alta del mundo, de 979 metros. Para “Badsura” es destacable que aunque Rojas posee el récord mundial bajo techo de 15,43 metros, “sigue siendo la misma chica humilde».
Como muchos venezolanos, la atleta tuvo que sortear un sinfín de obstáculos económicos y trabas deportivas antes de lograr el éxito. Rojas aspiraba jugar voleibol, pero su sueño de integrar el seleccionado nacional fue truncado por la falta de entrenadores en esa disciplina en su localidad. Su 1,92 metro de estatura, empero, no pasó desapercibido por entrenadores en el atletismo: comenzó en el salto alto y cambió al salto triple en 2015.
En noviembre de 2016, firmó contrato con el equipo de atletismo del FC Barcelona (FC Barcelona Athlete), un respaldó que le ha permitido seguir avanzando sin sobresaltos económicos en su carrera. Rojas confía en convertirse en la primera mujer en saltar 16 metros. El cubano Iván Pedroso, otrora especialista en el salto de longitud con nueve títulos mundiales, cinco de ellos bajo techo, ha sido clave en su desarrollo desde su arribo a Europa y es su actual entrenador.
Las propuestas artísticas de los murales y las temáticas abordadas por “Badsura” también abordan otros temas y se preocupan por las penurias cotidianas de los venezolanos, tales como la escasez de gas para cocinar, la pobreza y los recurrentes apagones que agobian a millones. No obstante, en vez de lanzar puras críticas, afirma que procura que las personas se vean reflejadas en sus obras y “reflexiones”.
El artista indica que en su obra se interesa por mostrar a las personas que salen a diario a las calles a ganarse la vida o a buscar desesperadas el cilindro de gas para “que el niño coma, vaya al colegio y pueda rendir” y plasma en pintura a esa “abuelita que espera en la casa con una vela” para alumbrar el camino a sus seres queridos al anochecer. Si bien “se critica la crisis de los servicios públicos, el fin principal es que la gente se vea reflejada” en un muro y diga: “yo existo y lo que me pasa existe, soy real y me siento identificado”.
Badsura se considera afortunado de poder vivir de su arte gracias a los admiradores que han aprendido a apreciar el grafiti. Muchos de éstos le piden decorar con murales sus locales comerciales e incluso le ayudan a financiar la reparación de los muros para que sus pinturas resistan mejor el paso del tiempo.
El venezolano de a poco se ha convertido en una fuente de inspiración para muchos niños que se acercan mientras trabaja colgado de un andamio. También sueña que queden en el olvido los tiempos en que el grafiti era visto como un acto de vandalismo y llegue el día en que “los más jóvenes puedan tener recursos de donde inspirarse para ellos crear, hacer nuevas propuestas y llegar más lejos de lo que uno pueda llegar”.