Es motivo de profunda satisfacción para los integrantes de la “Red de Instituciones Larenses,” y muy especialmente para mí, poder presentar, a manera de transcripción, el presente trabajo, realizado por un miembro de nuestra institución poseedor de aquilatados valores profesionales, demostrados a través del ejercicio de su largo desempeño como economista y como profesor insigne de nuestra Alma Mater, la Universidad Centroccidental “Lisandro Alvarado”.
Cito:
Paul Samuelson, economista norteamericano y premio nobel de economía, señaló con propiedad hace muchos años que una predicción económica no podría ser siempre totalmente acertada. Y la economía, lejos de creer que es una ciencia matemática dominada por algoritmos, ecuaciones y proyecciones econométricas, es ante todo una ciencia social, pues analiza tanto la conducta social del individuo como de quienes toman las decisiones de políticas económicas. Esto quiere decir, palabras más palabras menos, que realizar proyecciones económicas es una tarea nada fácil y en el caso de nuestra particular economía es mucho más difícil por varias razones, a saber: la primera y probablemente la más importante resulta del hecho que quienes toman las decisiones económicas lo han venido haciendo sin conocimiento de causa, pues es público y notorio que casi ninguno de ellos ha estudiado economía ni son profesionales en esta materia tan compleja.
En segundo lugar, otra de las grandes dificultades que nos enfrentamos a la hora de estudiar las políticas económicas y posibles propuestas para superar la crisis que vivimos es la ausencia casi total de información oficial sobre los indicadores macroeconómicos a estimar. Lamentablemente y quizás por razones de Estado, tanto el Banco Central de Venezuela como el Ministerio de Economía y Finanzas, así como el Instituto Nacional de Estadísticas no han presentado con regularidad la información económica que por mandato constitucional deben ofrecer permanentemente. En tercer lugar y producto de la primera premisa, así como del modelo ideológico económico que el Gobierno insiste en aplicar, las decisiones de políticas económicas están abiertamente reñidas con la lógica y la racionalidad económica. Y finalmente pero no menos importante, nuestra precaria economía se inscribe en un marco de incertidumbre política, social, económica, e institucional que dificulta aún más los escenarios económicos a proyectar. Estos cuatro factores hacen, de suyo, muy complicado esta tarea y nos obliga a los analistas económicos a acudir a fuentes secundarias de información estadística y estimaciones propias, con un sesgo implícito que muchas veces cuestiona nuestro propio análisis, amén del hecho de que como humanos que somos tenemos una alta propensión a equivocarnos y además, es importante reconocerlo, no poseemos ni el monopolio de la verdad ni la exclusividad de la mentira. Hecha esta introducción vamos a comenzar nuestro relato.
Al intentar proyectar la situación de la economía en su conjunto, no se puede ignorar la influencia del pasado reciente, pues su estado actual dependerá precisamente del comportamiento de los principales indicadores macroeconómicos en los últimos años. Analizando las tendencias anteriores se podría inferir, ceteris paribus, lo que podría esperarse en el futuro próximo tanto a corto como a mediano plazo inclusive (J.M Keynes señalaba que en el largo plazo todo estaríamos muertos). Continuará…
Maximiliano Pérez Apóstol