La magia es un puente que te permite ir del mundo visible al invisible y aprender de ambos mundos
Paulo Coelho
La magia es tan solo una extensión de la física. La fantasía son números. Ese es el truco.
Carlos Ruiz Zafón
Esperar se ha vuelto una costumbre. Y esperar es agotador. Pero en realidad es la incertidumbre la que agota, no tanto la espera.
Esperar ya no es una promesa mágica que reaparece al finalizar en año con la navidad. La navidad está allí, pero la magia de su festejo ahora es solo una ilusión. Los más soñadores hacen esfuerzos para no ceder a la cruel realidad. Los menos imaginativos son presas fáciles de la depresión por desilusión y desengaño.
La población se divide por mera inercia existencial en tres tipos identificables, los que creen con fanatismo, los que creen muy poco y los que no creen en nada. Todo esto ha ido asesinando la fuente de renovación mental que sin ella no se vitaliza la actividad creativa, y sin ese motor de arranque y emprendimiento, es decir, del tener fe, así sea poco, la batalla está perdida. La parte positiva de este infortunio progresivo no está del todo apagado. La movilización continúa pero sin arrojar fritos palpables. Pero hay muchos interesados en retomar un rumbo asertivo, pero no se perciben, no se oyen, ni se sienten directrices.
La calle es el vivo ejemplo del extravío ciudadano. Es un éter inasible pero palpable, invisible pero pegajoso. Se siente un murmullo unificador de pobreza. Un rumor de inopia en un balbuceo agrupado. Un susurro de miseria galopante que recorre las calles de aparecidos espectros, de localidades ciegas, de transeúntes condenados. Los restos acoplados en las acequias sin mantenimiento habla de una sociedad en pleno desecho, no hablemos de la basura política, que no es solo lo agotadora y tiránica, sino inadmisible. No en balde un número de naciones influyentes en política democrática cada vez mas significativo, no reconocen la praxis despótica de estos autores de la indigencia, de estos peritos del populismo mediocre.
Nos hallamos pilotando aguas agitadas sin salvavidas. Ahogados por la estanflación y la incertidumbre monetaria y económica, nos vamos a pique y a la deriva. El naufragio es un hecho irrefutable. Quedará recoger los escombros y rehacer los batimientos extraviados. Pasará por hacerlo bien diseñado por personajes capaces y comprometidos con la casa cultural del país.
Yo que soy poco dado a los dogmas, oraré por una república que amanezca este año nuevo con el hechizo de los reyes magos y nos renueve las perlas del terruño que perdimos y nos vio crecer. Y a pesar de que se pensará que es una entelequia (por los escépticos) es una obligación suprema darles un país a nuestros hijos, tal como nuestros padres nos lo dieron a nosotros. Será una tarea titánica pero individual y colectiva al unísono. Y ello pasa por un solo camino… «Formación». En ello apostamos todo lo que somos y todo lo que debemos ser. !Que viva Venezuela¡ y su gente de buena voluntad.
Feliz año nuevo pa’ todos…
Marcantonio Faillace Carreño