Hermanos, tíos, primos e incluso padres contra hijos, el odio en nuestro país ha tomado un leonino culto que imposibilita e imposibilitará que ésta nación pueda construir un presente y futuro positivo.
Hay odio social, la delincuencia arremete contra la sociedad con niveles de violencia que sólo se veían en películas, en thriller policiales hollywoodienses, quienes tienen en sus manos la responsabilidad de resolver este dantesco problema no han podido hacerlo e incluso la situación año a año se agrava.
Incluso, las campañas públicas a través de los medios de comunicación que sembraban en la ciudadanía buenas costumbres, principios y valores han desaparecido, hoy solo son mecanismos de propaganda política.
El problema es igual de grave en política. El país se desmorona en una lucha encarnizada, opositores versus chavistas, no hay fines comunes, ni posibilidad de entendimiento, debajo de esa destructiva guerra yacen desaprovechados recursos y una infinidad de potencialidades únicas e incomparables que solo esperan la sindéresis de un pueblo para generar excelentes condiciones de vida, pero no, la confrontación de discursos marca la pauta, marca la aberrante realidad donde venezolanos se enfrentan a venezolanos, son enemigos, rezagando lo verdaderamente importante como la educación, la eficiencia y la productividad a rincones del olvido, lo que hoy acapara la atención de los venezolanos es entretenerse con los políticos, arrancarnos las vestiduras para defender los discursos que más nos guste.
Odio, lo que hay odio, por tal motivo el hampa ve en este país su caldo de cultivo, porque el odio no puede generar algo distinto más que llanto. Los venezolanos a pesar de vivir en una tierra que es probablemente la más rica en el mundo nos vemos sometidos a caminar por aceras derruidas por el tiempo y la desidia, calles que a pesar de pertenecer a un país petrolero se encuentran anegadas en cráteres vetustos, servicios públicos ¡todos! colapsados; no funciona el sistema de salud público, tampoco el transporte es prioritario, autopistas caducas, sin sistema férreo nacional y aerolíneas insuficientes con naves que ya dieron su vida útil en manos de pésimas administraciones, hasta el sistema eléctrico se encuentra colapsado porque hoy día en Venezuela lo importante es odiarnos, descalificar a quien piensa o cree distinto, ofenderlo ¡odiarlo! Venezuela perdió la brújula, perdió su norte, lo realmente importante hoy día es trivial. ¿Qué será de ti, amada Venezuela?
#opinion: Y no se sembró el petróleo,sí el odio por: Leandro Rodríguez Linarez
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