La estabilidad de precios retornará cuando el entorno cambie, cuando los agentes económicos recuperen la confianza, cuando haya más certezas sobre el mañana y menos incertidumbre, cuando se incremente la competencia, cuando el Estado sea sostenible y cuando resolvamos el problema político, entre otras cosas.
El pronunciamiento lo hace a través de su cuenta en Instagran, el economista y director de Ecoanalítica, Asdrúbal Oliveros, haciendo referencia a la inquietud de muchas personas acerca de por qué los precios denominados en dólares suben en Venezuela. Para la mayoría esto no debería ser, pues el dólar es una moneda estable y por eso es que la gente la ha asumido desechando al Bolívar. ¿En qué se basa su estabilidad?
Explica que las monedas no son amuletos. Están condicionadas también al contexto donde operan. No es lo mismo utilizar un dólar en Nueva York que hacerlo en Caracas o en Caicara del Orinoco. La economía en Venezuela está destruida, cada actor del circuito económico opera en un entorno marcado por la supervivencia, en la mayoría de los casos sin reglas de juego claras y marcado por una profunda arbitrariedad, además de la incertidumbre sobre qué vendrá el día siguiente. “Es imposible que en un entorno así, los precios sean estables. No importa si es bolívares, dólares, euros, pesos colombianos, o la libra esterlina. Es un “sálvese quien pueda”.
Estima que obviamente, en dólares el proceso es menos traumático. Revela que de de enero a octubre, mientras los precios en bolívares subieron casi 2.400 %, colocando a Venezuela como el país de la peor inflación en el mundo; los precios denominados en dólares subieron, en promedio, 26 %. Un nivel elevado si, para precios en esta divisa, pero manejable y que ofrece más certidumbre en los negocios. Por eso, ya más de 2/3 de las transacciones comerciales se pagan en divisas en Venezuela.
Por cierto, alerta que la tendencia es decreciente para los precios denominados en dólares, pues este año crecieron mucho menos de lo que crecieron el año pasado y ni hablar de 2018, que fue el peor año para los precios en general.
Esto tiene poco que ver con el comerciante, es mucho más complejo. Tiene que ver con un sistema arbitrario, donde no hay reglas de juego (institucionalidad) y muchísima incertidumbre). Cada quien se protege como puede.