Como dijimos en el artículo anterior entró Diciembre, y mucha gente espera el “espíritu de la Navidad”. Dicen, comentan y plantean que ya está cerca y que debemos prepararnos para recibirlo. Como parte de las influencias culturales foráneas, esta nos llega de los países nórdicos (Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia) asociado a una tradición milenaria que gira en torno a la celebración del solsticio de invierno. Que de paso, casi nadie sabe lo que significa, pero igual lo celebran.
Con motivo de esto, muchas personas han establecido un rito especial. Aprovechan para limpiar el hogar y prepararlo para la celebración. Recomiendan utilizar los inciensos de pino y mandarina para atraer las buenas energías y la prosperidad y así crear un ambiente propicio para recibir el “espíritu de la Navidad”. También aconsejan que la estrella del árbol de Navidad o de Belén esté colocada y encendida para atraer el espíritu hacia el hogar.
Los más extremos literalmente esperan que un espíritu de forma etérea y asociado a lo sobrenatural llegue y les dé una bendición especial, obviando lo que Dios enseña a través de su santa Palabra. Olvidan que el verdadero espíritu de la Navidad es su disposición, su inclinación, su propósito decidido a pensar y meditar en lo que hizo nuestro Señor Jesucristo por la raza humana pecadora. No entran en la dimensión de explorar a través de la Biblia las enseñanzas que nos harán dignos de la Salvación otorgada por nuestro Señor Jesucristo en la cruenta Cruz del Calvario.
Mis apreciados, Navidad viene de Natividad y la Natividad no es otra cosa que el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo en el establo de Belén. El anuncio de los ángeles a los pastores de Belén, sintetiza la obra del recién nacido Rey: “ Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor… ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres” Lucas 2: 11,14. Y ese hecho es el que debe llenar nuestro espíritu e inclinarnos a saber más de ello y tratar de conocer más acerca de la ciencia de la Salvación.
Con el respeto que se merecen todos aquellos que drenan sus energías y su atención en buscar y celebrar un “espíritu de Navidad” en lo intangible, les invitamos a proyectar sus ojos, sus pensamientos y su atención en lo que verdaderamente te va a dar paz y tranquilidad. Y ello solo se consigue en la medida que fija sus ojos en Cristo y en lo que hizo por la humanidad pecadora. Si lo logra, entonces Ud. va a cambiar y su actitud hacia sus semejantes, a su prójimo. Será amor, piedad y misericordia. Así, estará aceptando en sí mismo el verdadero espíritu de la Navidad y con toda seguridad alcanzará la paz que solo Dios da.
En realidad la Biblia no dice que es mejor dar que recibir, pero dice algo más preciso «Más bienaventurado es dar que recibir.» Hech. 20:35 O sea, que es de mayor bendición cuando damos, aunque cuando recibimos es de bendición para nosotros también. Y más que todo, demos amor, paz, y palabra de bendición a todo el que nos rodea. Una conocida escritora cristiana norteamericana escribió. “Las fiestas de Navidad y Año Nuevo pueden y deben celebrarse en favor de los desamparados. Dios es glorificado cuando damos para ayudar a los que han de sustentar familias numerosas”. (Nota: Manuscrito 13, 1896.Helen White) De esta manera, estamos manifestando poseer ese espíritu que tanto necesitamos. El legítimo Espíritu de la Navidad. Hasta la semana próxima Dios mediante por la WEB.
William Amaro Gutiérrez