A las tres de la madrugada de este domingo, cuando Oscar Sarría, de 63 años, se disponía a dormir, fue sorprendido por tres sujetos en el jardín de su casa, quienes según hipótesis del CICPC, pretendían despojarlo del dinero generado en el Club Rancho Verde, del cual era propietario.
Su casa de habitación, estaba situada detrás del mencionado local comercial, en el sector El Estadio de Manzanita, parroquia Buría del municipio Simón Planas.
En un espacioso solar el Club Rancho Verde, con más de 30 años de funcionamiento, disponía de una piscina, un caney y dos salones de fiesta con una tasca en construcción, en donde se bailaba todos los fines de semana.
La hipótesis
Según versión de algunos vecinos, los antisociales que dieron muerte a Sarría, se habían ocultado entre la maleza, justo detrás de las ruinas de una antigua gallera, para luego de cerrado el club, salieron entre las sombras, con los rostros cubiertos para asaltar a la desprevenida víctima, acertándole un tiro en el pecho que le cegó la vida.
Esa madrugada, el club había sido muy visitado y “vinieron gente de Yaritagua, El Cuadrao y hasta de Barquisimeto”, mencionó una vecina que había estado hasta tarde disfrutando de la música en el club.
En la periferia de la gallera, familiares del occiso, encontraron algunas prendas de vestir que no pertenecían a la víctima ni a su esposa, con la que solamente vivía en el lugar, presumiéndose que los asesinos, se cambiaron de ropa entre la oscuridad y la maleza para asestar el crimen.
Entre el jardín y el caney
El cuerpo de Sarría se desplomó entre el espacio que divide la humilde vivienda y el Club Rancho Verde, de su propiedad, aproximadamente a las tres de la madrugada, a pocos minutos de cerrado el local.
Su esposa advirtió el sonido de la detonación y vio fugazmente a tres sujetos con el rostro cubierto con pasamontañas, correr e internarse en la maleza aledaña a la derrumbada gallera.
El cuerpo fue recogido por los familiares, que pronto llegaron al sitio, en donde lo encontraron seis funcionarios de la comisión del Cuerpo de Investigaciones Científica, Penales y Criminalísticas, CICPC, organismo que levantó el cadáver y realizó las mediciones y pesquisas de rigor.
En el espacio, muchos vecinos permanecían consternados y murmuraban sobre el suceso, al tiempo que hijos y nietos de la víctima, lloraban y gritaban de dolor.
La esposa de Sarría y el hijo mayor, aportaron algunos datos a los investigadores, pero aseguraron que el infortunado no tenía enemigos aunque era un hombre de carácter fuerte.
A pesar que el local gozaba de la protección policial, el suceso ocurrió después de cerrado, por tal razón, los delincuentes huyeron corriendo, porque ni el sonido de motos o vehículos se escuchó en la zona.
Un militar, destacado en el Comando de Seguridad Ciudadana de la parroquia Buría, llegó al sitio del suceso, supuestamente, “en estado de ebriedad, porque prácticamente se acababa de ir del lugar, a preguntar qué había ocurrido”, se dijo.
El cuerpo fue trasladado, a las 12 del día, a la Sala Patológica del Hospital Central Universitario Antonio María Pineda de Barquisimeto.
Fotos: Simón Alberto Orellana