Este jueves la Funeraria Metropolitana de Barquisimeto se llenó con representantes de los sectores político, social, artístico y religioso del estado Lara, quienes se congregaron para acompañar a los familiares del exgobernador Rafael «Pepi» Montes de Oca, quien falleciera en la noche del jueves.
Diversos personajes de la región lamentaron que el destacado hombre de mundo no pudiera resistir el delicado estado de salud en el cual se encontraba, luego de sufrir un accidente cerebro vascular a principios de marzo.
Quien fuera designado en 25 oportunidades como Presidente Encargado de la República, durante la presidencia de Luis Herrera Campins, siempre será recordado como destacado representante de la política y la cultura de la región, cuyo trabajo perdura en obras como Telecentro, conocido como el primer canal de televisión de la región centroccidental.
«Fue entre otros uno de los fundadores de Copei que desde muy joven combatió en la conquista de la democracia. Para nosotros es y será siempre un ejemplo de lucha a seguir, de dignidad, coraje y perseverancia», dijo Freddy Morales, secretario de los profesionales y Técnicos del partido socialcristiano en Lara, quien fue uno de los primeros en llegar para presentar sus respetos.
Por su parte, Macario González, coordinador regional de la Mesa de la Unidad Democrática, recuerda que con Montes de Oca intercambiaba opiniones con frecuencia, a pesar de sus diferencias ideológicas.
«Con él competí por la Gobernación y siempre tuvo para conmigo una palabra de respeto y reconocimiento. Su ausencia deja un vacío en la política, porque fue uno de los dirigentes a los cuales valía la pena escuchar».
Indicó que al igual que doña Dori Parra de Orellana, Miguel Romero Antoni y Fortunato Armas, es uno de los gobernantes que no saldrá del corazón de los larenses.
Testimonios
Rafael Benedicto Parra: Gran líder
«Pepi es uno de los grandes líderes del estado Lara y de Venezuela, de la democracia y las luchas por la libertad. Lo conocí siendo niño, porque era muy amigo de toda mi familia. Aprendí a quererlo por su forma de ser, independientemente de las diferencias políticas porque siempre me mantuve en Acción Democrática y él como dirigente socialcristiano, pero tenía un don de gente especial, que ya casi no se observa en la sociedad venezolana. Se va uno de los grandes caballeros de la política», dijo el dirigente.
Omar Anzola: Humanista
«Siempre fue un hombre muy destacado, no sólo en la política sino también como un gran humanista. Podía conversar sobre cualquier tópico porque era muy versado en una amplia variedad de materias interesantes. Tenía una colección de arte envidiable, formada con los trabajos de artistas de todo el mundo. Inclusive tenía parte de mi trabajo y es algo de lo que me siento muy orgulloso. Fue un hombre de la política y la intelectualidad larense. Era un representante muy digno de Venezuela», expresó el artista.
Fernando Segnini: Patrimonio
«Pepi Montes de Oca fue una persona muy querida en el estado Lara. Un patrimonio humano muy valioso y querido por la sociedad. Fue gobernador, ministro, una persona que apreciamos. Lamentablemente no pudo superar su enfermedad, pero lo recordaremos con mucho cariño porque las huellas que uno deja en la vida son las que tienen mayor validez. Fue un hombre de gran rectitud que llevaremos en el corazón por el resto de nuestras vidas», manifestó el integrante del Comando Tricolor de Lara.
Oscar Fréitez: Gran amigo
«Recuerdo desde los años de juventud, como vecino en su casa materna del Seminario La Divina Pastora (Coolegio Diocesano). Fue muy amigo de mi familia, especialmente de mi hermano mayor José Fréitez. Son tantas cosas como personales y anecdóticas. Recuerdo que me mandaba a buscar para que la policía no me detuviera cuando me veía en alguna manifestación en las calles en épocas pasadas. Fue un hombre público que sirvió a este estado y a Venezuela. Que el Señor le recompense por sus buenas obras», dijo el sacerdote.
Plaza lara a Pepi
Cuando rendiste la última batalla terrenal estoy seguro que detrás de los ojos cerrados por el zarpazo bullía la chispa magnífica de tu corazón y en los momentos en que el ímpetu del llamado se hizo impostergable, la visión circunferencial que le dio nota y esencia a tu talento, te brindó un paseo a través de quehaceres y fecundidades. ¿En qué lugar comenzaste el periplo?; ¿cuál lejanía marcaria el hito de ese viaje caleidoscópico?; ¿cuándo comenzaste a navegar tendiendo manos y prodigando sentimientos? Sonrisa, sí, seguro que en esa frontera críptica, sonreíste al tener la certeza perenne, esa que es confluencia de los juicios íntimos, que ese dédalo de veredas y pasos siempre fue alumbrado por el sol. Por ello, en el resplandor que conforma la frontera entre la existencia y la vida, viste caras y multitudes, afectos y gestos, sonoridades y dolores, lágrimas y júbilos, triunfos y escaramuzas. Al fin y al cabo, Rafael, como recuerdo que singularmente te apelaba otro titán del amor solidario, Armando Riera, esas pleamares y esas borrascas son patrimonio de los gladiadores.
Las lágrimas son ineludibles aunque tú personalmente no las hubieses escogido como estandartes en este adiós pasajero, pero quienes por centenas recibimos de ti calidez y sentimientos no tenemos la robustez de tu fragua y debemos doblegarnos ante el desgajamiento profundo. Además, adosado a tu vigor e ímpetu, ha habitado en ti el latido de las querencias sustantivas y por ello es indudable que junto al otear que te ha brindado el horizonte de tus siembras, has debido aferrarte a algún espigón del alma buscando los ojos nobles de tu compañera vital y el abrazo amoroso de tus vástagos; seguro arañaste la vivencia de tus simientes fraternas y sentiste la embestida de los dolores.
DIOS, Señor y Padre, me ha de dar la ocasión de deambular por los polvos y las calles que me enseñaste a recorrer. Te prometo que me detendré en cada recodo y más allá de las nubes, conversaré con todos esos seres que fueron engranaje de tu devenir. Te aseguro que subiré alguna colina de nuestra sufrida tierra larense para desde allí divisar el rumor de la gente por la que soñaste y luchaste. Te ofrezco que en San Francisco, o en La Paz, o en Concepción, haré un alto para musitar una oración de alegría por haber disfrutado de tu afecto. Ten por seguro que he de vagar por El Manteco buscando el signo lejano de los primeros quehaceres. No tengas duda que en El Tocuyo, Carora, Duaca, Quíbor, Siquisique, Sanare y Cabudare visitaré los lugares donde pregonaste la pasión de una causa. Ten la certeza de que al bordear el Edificio Nacional, ese ámbito en el cual ejerciste tu talento, rendiré igualmente tributo a la valentía que mostraste un remoto abril de 1960. Sin duda me verás, allá en Caracas, frente al Capitolio, recordando tu enjundia y elocuencia. Puedes esperar como seguro que en una avenida caraqueña repasaré con orgullo los momentos de tu prestancia como hombre público. Pero al fin de esas andanzas, querido PEPI, mis pies ya no tendrán la fuerza del joven al que le diste apoyo y del adulto a quien estimulaste, por lo que también tendré que desandar las rutas para buscar un rescoldo de ternura. No obstante, ese arribo no será una estación de tristeza ya que será en ese lugar inefable donde experimentaré la dicha por comprender a plenitud en qué lugar comenzaste a visualizar tus profundidades antes de tomar el vuelo. Ese será el instante en el cual la dulzura vespertina habrá dominado a la canícula, el cielo comenzará a regalarnos el crepúsculo y la Plaza Lara se inundará con una procesión de amores.
Manuel Salvador Ramos
Fotos: Simón Alberto Orellana
