Para recordar:
“Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos”
(Hechos 15:1)
En el fragor de las elecciones para el 6D, unos hablan de no participar, pero otros, junto al ejecutivo, la están promoviendo a toda costa; inclusive, no temen anunciar que impondrán leyes que nos perjudican, a las que Venezuela dijo que “No” y olvidan sus errores. Tal vez por ello, hay amedrentamiento con violencia o la compra de conciencias. Y por todas partes la gente se mira, unos a otros, y se preguntan: ¿De qué lado estás?
Hace poco, observamos un debate que se transmitió por una televisora nacional. Ya estaban finalizando cuando dos de las debatientes, dijeron que ganarían y entrarían a la Asamblea “de la mano” de dos seres humanos, ya fallecidos. En ese momento, otro de los participantes dijo que entraría con Jesucristo.
Literalmente hablando, ninguno tuvo la razón. Pero, espiritualmente, quien dijo que entraría con Cristo, se acerca a una realidad: ¡Jesús está vivo! Aunque físicamente no puede estar en la tierra, al contrario, los humanos no somos inmortales; pese que haya personas que dicen hablar con los muertos, como si los pudieran escuchar (Eclesiastés 9:5.6).
Situaciones espirituales, religiosas, teológicas, hasta políticas, se han presentado repetidas veces durante siglos, desde la creación misma. Eso les sucedió a Adán y Eva, quienes decidieron estar del lado de Satanás antes que el de Dios. De ellos, nacieron pueblos a lo largo de la historia, y la mayoría escogieron rechazar a Dios y no estar del lado del cielo; del Creador, de lado de Jesucristo. Hoy nos toca a nosotros decidir.
Coloquemos un ejemplo: Es el caso de Daniel, el profeta, quien junto a sus tres amigos, para los años 606 a.C., se les trató de obligar estar del lado del rey Nabucodonosor, con sus costumbres, dioses, culturas, comidas inmundas, violación de ley (al pedirles que se inclinaran ante una estatua, prohibido en Éxodo 20:4,5) y Daniel no se doblegó, ni se vendió; enalteció el nombre de Dios y a su pueblo y estamos seguros que se va a salvar.
Cuando Cristo vino y realizó su ministerio, en la tierra, anduvo acompañado (espiritualmente) con su Padre celestial por ese tiempo y dijo palabras como estas, “el que me ha visto a mí, ha visto a mi Padre”(Juan 14:8,9); “…Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros…” (1 Juan 4:12); y el que me ama guarda mis mandamientos y están en mí amor y el de mi Padre (Juan 14:20, 21).
Después que Jesús se fue al cielo, se despertaron varias luchas para ver quien se iba a salvar o quien no iría al cielo. Uno de esos relatos está en Hechos 15 y dice así:
“Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos”. Allí estaban Pablo y Bernabé para intermediar en la discusión… Y después de mucha disputa, Pedro se levantó y les dijo: “Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen” (ver Hechos 10).Gracias a Jesús, el rito de la circuncisión no es necesario para ser salvos.
Tal vez por ello, Pablo reprendió a Pedro y junto a otros les llamó hipócritas, porque unas veces, Pedro, comía con los gentiles y luego comía con los circuncisos por miedo. Pablo también amonestó a los Gálatas que debatían salvarse solo por guardar la ley, y otros decían que solo era necesario tener fe en Cristo (Gálatas 2:11-21). No obstante, aunque muchos gentiles se van a salvar, para este tiempo hay que tener fe en Cristo, pero también guardar la Ley de Dios(ver Romanos 3:28-31). En ese sentido Jesucristo dijo: Que no había venido a derogar, abrogar o abolir la Ley o los profetas (ver Mateo 5:17).
Hoy, la tierra está llena de hipocresía de cualquier tipo, sea social, religiosa o política. Y en el mundo político y religioso, muchos luchan por ideales viciados y engañosos. Otros están en un bando y al rato se pasan para otro; por negocio o por miedo. Pero, estando en este planeta, lo más importante, lo principal, es creer en Dios, su Palabra, sus Mandamientos, y de eso dependerá la conducta, elección y valga el ejemplo de Daniel y sus amigos, para saber: ¿De qué lado estás?
Eduardo Iván González González
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