No sabemos, no es posible saberlo, si Ezequiel Zamora el General del Pueblo Soberano, el Valiente Ciudadano, el Benemérito de la Patria, el Primer Ciudadano Federal, hubiese incluido a los periodistas del siglo XIX al lado de los caudillos locales, judíos y musiúes, entre las clases oligárquicas a ser eliminadas por efecto de las armas de los justicieros ejércitos federales, es decir, entre aquellos mentados oligarcas que debían temblar hasta los dientes por su carácter de enemigos del proceso federal.
Sabemos bien, sin embargo, que en los tiempos de Zamora la consigna era también matar a los que supieran leer y escribir, porque sólo los oligarcas eran capaces de hacer lo indebido, es decir, interpretar las letras y ponerlas en blanco y negro.
Siglo y medio después de la mayor guerra fratricida venezolana asistimos a un nuevo Decreto de Guerra a Muerte, ya no en contra de españoles o canarios, sino contra los que tienen la sacrosanta misión de informar lo que acontece en esta convulsionada patria de renovados odios e inconcebibles revanchas.
Así que periodistas y estudiantes de comunicación social de las universidades nacionales, públicas o privadas, lo mejor es que porten de una vez su sambenito identificador, la estrella en la solapa, que se rapen pelos y barbas, que se despidan de la familia y de los allegados. Ya seguirán yendo por Uds., que no son bienvenidos en esta patria bolivariana donde la verdad es asunto del pasado y la mentira permanente presente.
Donde se encuentren, lápiz, grabador, cámara, celular o micrófono en mano: ¡Periodistas temblad! Porque os aguarda la cayapa justiciera, el escupitajo revolucionario, la mentada de madre de rigor, la patada bolivariana.
¡Periodistas oligarcas temblad!
¡A cada comunicador social su Círculo Bolivariano!
¡Ya los pulverizaremos en nombre de la Libertad Bolivariana!
¡Seguid temblando!