La competencia de las grandes potencias para posicionarse y tener acceso a los enormes recursos naturales del país, es lo que avizora la empresa de Consultoría Datanálisis, en torno a los escenarios para Venezuela 2021-2022, análisis dado a conocer este martes a través de su portal Web.
En efecto, estiman que las dos variables de mayor impacto e incertidumbre sobre el futuro de Venezuela son la pugna geopolítica en que está inmerso el país y el nivel de profundidad con que se aplique la privatización de las empresas del Estado en función de la Ley Antibloqueo.
Explican que la pugna geopolítica consiste en la competencia entre las grandes potencias, Estados Unidos, China y Rusia, incluyendo potencias menores como Irán y Turquía; con alguna presencia de inversionistas de España, Francia, Italia, México y Argentina por ubicarse en Venezuela y tener acceso a los enormes recursos naturales del país. En esta dimensión de nuestro futuro, la elección de Joe Biden como Presidente de los Estados Unidos marcó un cambio de rumbo en las relaciones de ese país con Venezuela y, por ende, en nuestro futuro. Biden tenderá a moderar dichas relaciones y a buscar puntos de encuentro, como el intercambio de “Petróleo por Alimentos” y a recuperar presencia en las operaciones de explotación de las riquezas venezolanas. En cambio, de haber sido reelecto Donald Trump, era de esperar que siguieran escalando las tensiones y sanciones y la pérdida de presencia de Estados Unidos en Venezuela, cediendo más espacios a las otras potencias, reubicando geopolíticamente al país en el Eje de Oriente.
El otro factor de alto impacto e incertidumbre en la configuración de los posibles futuros de Venezuela es la recuperación de la producción petrolera. Advirtiendo que si esta recuperación es rápida, las perspectivas del país se pueden describir en función del pasado; es decir, regresaríamos al modelo rentista, mono exportador, de concentración del poder en el grupo gobernante que percibe y reparte la renta, populista y poco democrático. En este caso, la aplicación de las privatizaciones a través de la Ley Antibloqueo se concentraría en las grandes empresas petroleras y mineras. En cambio, si la recuperación de la producción, y del ingreso petrolero es lenta, el gobierno tendría que buscar otras fuentes de ingreso para el país y, con ello, extender la privatización hasta incluir cientos de empresas, todas en bancarrota, tales como hoteles, aserraderos, salinas, mataderos, frigoríficos, etc.; empresas que nunca ha sido conveniente que hayan sido de propiedad estatal. A la vista han estado los resultados por décadas
La ruta de la recuperación lenta de la producción e ingreso petrolero, a su vez, se basaría en el siguiente conjunto de factores: Recuperación modesta del PIB mundial y, por ende, del consumo de energía, entre otras cosas, por la prolongación de la pandemia; crecimiento de la eficiencia energética en los países de mayor PIB; sustitución del petróleo por otras fuentes de energía, como está ocurriendo con el motor eléctrico y más allá, con el motor movido por hidrógeno (“Blue Energy”); reincorporación de los Estados Unidos al movimiento mundial conservacionista, “Clean Energy”, punto notorio en la campaña electoral de Joe Biden.
Dado que la elección de Biden reduce la incertidumbre sobre el destino de la pugna geopolítica, los dos escenarios resultantes dependen principalmente de la velocidad de la recuperación petrolera y, por ende, de la profundidad de la privatización y hasta dónde ésta incluya al empresariado venezolano. De allí resultan dos escenarios: El Rentismo Autoritario o regreso al pasado, producto de una rápida recuperación de la producción petrolera (y de otras fuentes rentistas mineras) y el Escenario Democrático de Producción, producto de la recuperación lenta de la producción petrolera, lo cual conlleva a una extensiva privatización de las empresas del Estado, a la inclusión de los empresarios y trabajadores venezolanos en dicha privatización, a la diversificación de la producción y de las exportaciones y a la ampliación de la esfera de influencia política del empresariado y los trabajadores; lo cual implica un proceso de democratización del país.
Contra intuitivamente, de lo anterior se desprende que las mejores oportunidades para Venezuela durarán tanto como se tarde el resurgimiento o desarrollo de nuevas fuentes rentistas, señala Datanálisis al pronosticar los escenarios 2021-2022 para Venezuela.