En la vía El Manzano, al sur de Barquisimeto, está la sede del Pequeño Cottolengo Don Orione, una institución con atención para jóvenes y adultos con diferentes tipos de discapacidades, físicos y mentales, pero quienes no tienen limitaciones para amar y mostrar a Dios a sus semejantes.
En lugar de lamentos, son expertos en sonreír y tratar bien a cuantos los visitan. El carisma que sólo el Altísimo puede derramar en ellos, los hace merecedores del más sincero afecto. Se trata de seres maravillosos que bien vale la pena ayudar.
La institución nació de la Pequeña Obra de la Divina Providencia, fundada por San Luis Orione, transformándose en el hogar de estas personas tan especiales. Don Orione, dijo alguna vez: “todo es grande, cuando es grande el corazón que lo da”.
Y justo a la generosidad de las personas, es donde quiere dirigirse la dirección de dicha institución, a cargo del sacerdote orionista Teófilo Calvo, junto a un equipo de 70 trabajadores. En los últimos años, la falta de recursos económicos se ha convertido en una gran dificultad para la operatividad del centro de atención. Necesitan dinero para costear el sueldo del personal.
El Gobierno dejó de aportar
A pesar de realizar una labor admirable, el Pequeño Cottolengo Don Orione no cuenta con los aportes económicos del Gobierno. En el año 1999, cuando ocurrió la tragedia de Vargas, 50 jóvenes (entre hombres y mujeres) fueron traídos desde Caraballeda, adscrito a ese estado del país, para ser atendidos en la sede del Cottolengo.
Fue entonces como el antiguo Instituto Nacional del Menor (INAM) comenzó a aportar recursos financieros; tiempo después, el presupuesto lo ofrecía la Misión Negra Hipólita, sólo que desde el año 2010, no reciben los aportes. Si bien la generosidad de las empresas privadas y de personas bondadosas no han parado, sí han disminuido la cantidad de sus donaciones, quizás debido a la misma crisis económica que afecta al país.
William Rodríguez, jefe de personal de la institución benéfica, declaró que por bendición de Dios, aún existen organizaciones empresariales que brindan parte de su producción para ayudar a los jóvenes y adultos, en total 132, para llevar a cabo labores de aseo personal, alimentación, talleres de formación, entre otros.
Sin embargo, el capital que servía para alistar el pago de la nómina, proveniente de la provincia Nuestra Señora del Pilar de España, pero en ese país la situación financiera también se ha vuelto difícil. “Tratamos de ahorrar lo más que podemos y, día y noche, pedimos a Dios que nos provea de los recursos económicos necesarios porque nuestro personal brinda lo mejor de sí en los cuidados de los muchachos”.
En sus actividades de formación, de recreación, incluso, dedicados a la oración, pasan sus días los jóvenes residenciados en el Pequeño Cottolengo Don Orione, fundado hace 27 años. Entre las actividades recreativas que practican los chicos, está el deporte para personas con discapacidad conocido como boccia, el cual necesita de instrumentos especializados con los que no cuenta la institución, al menos, no actualizados. En este sentido, se extiende un llamado especial a los organismos deportivos de nuestra región a fin de que puedan ocuparse de esta necesidad.
Fotos: Ricardo Marapacuto