Acaso el comentario del Generalísimo Sebastián Francisco de Miranda detenido y entregado a las fuerzas de la corona española al caer la primera república, se ha convertido en maldición y nos condena a practicar la responsabilidad de conducir nuestras vidas sumidos en el desorden de una constante rochela…»Bochinche, bochinche, este país es puro bochinche”, frase despectiva pronunciada en un momento de derrota, revelando más desencanto que frustración y mostrando en paralelo un grado de aceptación resignada a un destino de guerrero, siempre al borde del triunfo que a última hora le era negado.
Luchador incansable, leivmotiv de una vida intensa como pocas, de extremos existenciales en sus dimensiones vitales. El soldado, combatiente en tres grandes revoluciones históricas; el diplomático y conspirador al lado del activista perseguido por la corona española. El culto bibliófilo coleccionista de incunables y ediciones príncipes, de editores míticos como el veneciano Aldo Manucio, libros tan valiosos cuya colección de 160 tomos fueron la prenda del préstamo con el que armó su expedición libertadora de 1806, fracasada al arribar a La Vela de Coro, tal vez la más monárquica de las provincias de la Capitanía General de Venezuela. Por si fuese poco, un gran seductor amante de testas coronadas y conjurado político juzgado por los tribunales de la revolución Francesa, con su terrible opción binaria: Libertad por inocente, o guillotina por culpable.
Hombre que vivió envuelto en tal vorágine de ambientes, sucesos y circunstancias límites que otorgaron a su carácter y voluntad una talla de cíclope de donde surge la voz y el dicterio que sin pretender bautizarnos, lo consuma, reafirma y concluye refrendando la sentencia,
Cabe preguntar: Será necesario darle siempre la razón, como ha sido hasta ahora –porque de que somos bochincheros, es difícil dudarlo– o es necesario cambiar de talante, intentar enseriarnos más e iniciar un camino de reorientación de las formas. Analicemos este asunto a ver si logramos esclarecer y reorientar las motivaciones que dan origen al desborde emocional, al desorden ladrón de tiempo y enfoques, cercenando a locas el buen ritmo de una reunión, una tarea cortada sin ton ni son, interrumpiendo la solución de un problema creativo, o perdiendo el hilo conductor de un estudio a punto de concluir.
Comencemos por lo que hace de disparador y el porqué. Bueno es sonreír y llegar hasta la risa franca es natural, alegra el entorno y en altos de breve descanso durante el trabajo, fomenta la empatía, lo que a su vez redunda en fortificar el espíritu de equipo. Hasta aquí cualquier resultado será positivo y en caso contrario hace de muro de contención al desencanto y al sentido de frustración, si todo quedara en tal estado y se pasara luego a la situación normal de la que tomamos un breve respiro. Cualquier otra manifestación adicional, será un exceso y como tal dañino por definición. Qué sucede en nuestros grupos de labor o tareas con esas tomas de tiempo, ese “stop” necesario para verificar algo, aclarar un estado, o un concepto. Con frecuencia desvirtuamos la arista sana y positiva derivando con un comentario jocoso a prolongar lo que debió ser un breve alto, intentando estimular y aupar su volumen e interés, se ajuste o no a lo que tenemos entre manos, torpedeando nuestra efectividad y gozándola a montón como lo mejor que nos pueda ocurrir o suceder, olvidando que así creamos un hábito cuya repetición mecánica nos sujeta a la actitud del “pate´rolismo antiparabólico”, semilla certificada del” bochinche”.
Desorden y confusión que con más prisas que pausas ha venido minando y contaminando casi todo cuanto emprendemos hasta el llegadero (por estas calles dixit) hoy día, de ver a un alto oficial, tal vez del generalato, repartiendo leña, “leña” de verdad (trozos del ramaje o las raíces de un árbol) para combatir el bloqueo económico instaurado por Trump, y sus secuaces, incluidos algunos “vende patria” , medida imperial que nos impide tener gasolina, gas y querosén, nada menos que a nosotros, los que hace nada pregonábamos a grito pelado, como “Potencia” al fin, ser dueños de las más grandes reservas de hidrocarburos DEL MUNNNDO…
Dios mío qué vergüenza, hasta cuando la repetición incesante de las bobaliconas mentiras de todos los días, que Trump, Trump y Trump, y más Trump que provoca lanzarles trUmpetillas cada vez que abran la boca para decir lo mismo. Atrévanse a dejar el bochinche de estar mintiendo cada vez de forma más ramplona y acaben con esta tortura de seguir desgobernándonos. Busquen, registren, horaden si es posible en vuestras cavernas mentales, quizás en algún olvidado rincón encuentren un breve rasgo de valor y nobleza que les avergüence de haber mentido de forma tan procaz y reiterada, otorgándoles la fuerza y coraje suficiente de abandonar el tremendo bochinche que formaron y digan de una buena vez, con el señor Presidente al frente, acompañado de las otras cabezas visibles del régimen y si fuese viable, con las voces detrás del trono. pregonasen:
–Estamos equivocados, hemos tratado de armar políticas sin la mínima idea de cómo
llevarlas a cabo, improvisaciones constantes, caprichos de almohada, corazonadas medio ahítas en la sobremesa rociada de blend 18 años de una parrillada dominguera; planes que solo fueron dogmas mal repetidos de fracasados intentos realizados en lares de supuestos gobiernos amigos. Conceptos fosilizados esgrimidos como verdades absolutas y una desmedida incapacidad gerencial, más la indiferencia por una real formación –más provechosa con menor gasto de tiempo y energía — que los esfuerzos por aparentar dominio y maestría de lo que ignorábamos hasta la ortografía correcta. En fin la más crasa ignorancia y falta de preparación en todo sentido, nos ha conducido donde estamos: Un tremendo lio incomprensible hasta para quienes lo crearon y se empeñaron en mantenerlo hasta observar la imposibilidad absoluta de librarnos de este berenjenal, orientados por erradas convicciones y funestos caprichos. Por todo lo dicho, a la vista plenamente manifiesto en el caos creado por el régimen que durante veinte años ayudamos a forjar, hemos sostenido y ahora encabezamos, no tenemos más alternativa que renunciar. No es posible arrastrarnos más profundamente. Renunciamos.
Y nosotros los pisoteados una y cien veces por este malhadado desgobierno, no podemos esperar lo antes narrado, ebria esperanza mal fundada en una sindéresis inexistente. Cansados de tantos errores propios, agotados por el cúmulo de frustraciones y sorprendidos por la sordera y caradurismo del bochinchoso desgobierno que nos rige. Nos negamos a seguir quebrando lanzas en su contra.
No, no debemos desmayar. Es solo cansancio, debemos seguir, no importa repetir las mismas acusaciones y usar de iguales epítetos y calificativos. Los cabecillas de este bochorno seguirán aferrándose con uñas y dientes al aparato del Estado, por desvencijado que esté. Ese ochenta por ciento que les rechazamos, encontrará la forma de cimentar un frente de lucha dirigido a la victoria. Las aristas opositoras deben dejar de lado la confusión y el desorden (acepciones académicas que definen “bochinche”) y acordar un frente común en el que se decrete el exilio del relajo, –forma más general asociada al despectivo vocablo mirandino; y se trabaje contando con el arrojo del que siempre ha hecho gala el pueblo venezolano al lado de nuestra alegre disposición vital, controlada para no excedernos, tarea de orientación y conducción de una fuerza primaria innata que demuestra la arraigada conciencia de libertad de la que tan valiosos testimonios, hoy convertidos en historia, ha forjado el coraje y espíritu luchador del venezolano.
Pedro J. Lozada