«El infierno son los demás»
El filósofo existencialista Jean-Paul Sartre
Si comprender a los que nos rodean fuera tarea fácil, la gente no utilizaría tantas frases distintas para expresar esa misma dificultad:
«Sencillamente, soy incapaz de adivinar lo que piensa». «No tengo ni idea de qué pretende». «No sé por donde va».
«Estoy completamente perdido en lo que respecta a ella». «Es muy dura de pelar». «No puedo conectar con el en absoluto». «Es un completo misterio para mí».
A pesar de lo complicado del reto, intentar comprender a los demás es la base de la inteligencia interpersonal. Cuando no se comprende a los demás, es imposible influir en ellos, colaborar o solucionar conflictos. Por otro lado, si sabe lo que piensan, sienten y perciben, si puede ver la situación desde su punto de vista, todo un mundo de posibles vínculos se abre para usted.
Cuando quiera hacer cambios, fíjese metas razonables y realistas. No intente comprender bien a todo el mundo durante todo el tiempo, en cualquier situación. En cambio, piense acerca de dónde, cuándo y quién, y escoja un punto de partida en su propia situación vital. No empiece por el caso más complicado: ya llegará. Seleccione gente y situaciones que vea regularmente y donde esté más motivado para efectuar un cambio.
Una forma de demostrarse a sí mismo que sus intenciones van en serio es escoger un área en concreto donde empezar. Pregúntese cuándo quiere comprender mejor a la gente.
La gente dotada de inteligencia interpersonal, ven el acto de comprender como un proceso activo. Saben que requiere un esfuerzo deliberado y que deben usar a fondo sus ojos, oídos, voces, mentes y cuerpos. En una palabra, así́ es como lo hacen: escuchan y observan con el fin de asimilar las palabras y el lenguaje corporal; aclaran el sentido de lo que oyen haciendo preguntas abiertas y reaccionando ante los sentimientos y percepciones de los demás; e interpretan los comportamientos para poder identificar los motivos de las acciones de la gente.
A menudo deberá́ tomar la decisión conscientemente y hacer un esfuerzo para escuchar y observar con atención, y por eso lo describimos como un proceso activo. Los pasos clave son centrarse en la persona que habla, mostrar interés y saber leer el lenguaje corporal.
Para permitirle lograr un nivel de atención optimo, escoja el tiempo y el lugar ideal con el fin de evitar cualquier distracción. A veces es mejor posponer una conversación importante en lugar de dividir su tiempo y su capacidad de concentración y arriesgarse a crear malentendidos.
Conceder su atención a algo, significa ponerse en estado de «recepción» y mantenerse ahí́ el tiempo suficiente como para escuchar todo lo que el otro tiene que decir. Si lo hace así́, incluso los discursos más confusos empezarán a tener sentido.
Obtendrá́ mayor cantidad de información si muestra interés por lo que los demás tienen que decir, ya que la gente es más comunicativa si usted se acerca a ellos de forma activa, estableciendo vínculos.
Definitivamente, el filósofo griego Zenón afirmó: «Tenemos dos oídos y una sola boca, para poder escuchar más y hablar menos». Decida que lo que dice el otro es merecedor de su atención y concéntrese al máximo.
Italo Olivo
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