Rosa vive en el barrio Chapellín y tres veces a la semana debe tomar un transporte colectivo que la lleve al sitio donde trabaja como doméstica en La Candelaria en Caracas.
Suele esperar un mínimo de 20 minutos para que pase la ruta que la conduzca a su destino. Proveniente de Chacaito, la buseta regularmente ya viene repleta de gente. Rosa se monta como puede, si no consigue a alguien que le ceda un asiento le toca ir parada hasta llegar a su lugar de trabajo.
Dentro del transporte no hay distancia social, todos usan tapabocas, pero algunos lo llevan en la barbilla o sobre la cabeza.
Atrás hay puesto
Hugo Ocando, presidente del Bloque Oeste de Transporte de Caracas, reconoció que el distanciamiento social no se respeta en la mayoría de las unidades.
“Nosotros le exigimos a los choferes que si una persona no tiene tapabocas, no la dejen ingresar al transporte, pero es complicado el tema de la proximidad entre la gente porque con el Metro trabajando a medias y la escasez de unidades, la gente abarrota las pocas que hay”, dijo Ocando.
El dirigente gremial indicó que en un principio establecieron unas normas de dar acceso solo a 16 personas en las unidades de 32 puestos y a 12 en las de 24 asientos. “Eso no se cumplió, es muy difícil porque la gente no tiene como trasladarse”.
De acuerdo a Ocando lo ideal es que cada chófer y colector usen un tapabocas N95 a diario, pero la imposibilidad de adquirirlos les obliga a emplear los de tela. “También instamos a los compañeros a desinfectar al menos dos veces al día las unidades, pero todo esto necesita apoyo de las autoridades porque nuestros ingresos no dan para adquirir los productos de limpieza”.
Peor en el interior
En Mérida, la situación es similar a la del área metropolitana. Giovanny Nieto, secretario de reclamos del Sindicato de Transporte de la entidad, sostuvo que algunos transportistas y usuarios no cumplen con las normas de bioseguridad para evitar la propagación del virus. “En defensa de los transportistas hay que mencionar que esto ocurre porque existen pocas unidades que laboran diariamente debido a la falta de gasolina. Hay demasiada gente en las paradas y los usuarios entran en las unidades así el conductor les recomiende lo contrario por el poco espacio que hay. Nadie quiere quedarse para tener que caminar trechos largos”.
Ruben Asis, presidente de la Central Sindical y vocero del Directorio Único de Transporte del Zulia, indicó que la pandemia es un jaque mate para el sector transporte en el estado. “Tiene casi en quiebra a nuestros compañeros transportistas. La mayoría se ve imposibilitado de salir, a eso hay que sumarle la escasez de gasolina. No tenemos dinero para llevar a la casa”.
La batalla por surtirse de gasolina
Hugo Ocando manifestó que los transportistas se han ido adaptando al racionamiento de combustible en Caracas y aseguró que en los últimos 15 días la distribución ha mejorado.
Dijo que las autoridades deben conseguir un equilibrio entre el suministro a transportistas y particulares.
“No entendemos cómo en Catia, en la Parroquia Sucre de Distrito Capital, hay nueve estaciones de servicio y una sola está asignada para el transporte público, el resto a particulares”.
Giovanny Nieto aseveró que la crisis de la gasolina es peor en el interior del país.
“Las unidades trabajan uno o dos días a la semana. Tenemos una estación donde surten, pero el número de unidades que atienden es muy bajo por jornada. Tratamos de abastecernos en los distintos municipios que cubrimos y cuando no se logra hay que conseguir el combustible donde y como sea”, dijo Nieto.
Rubén Asis, gremialista del estado Zulia, sostuvo que hubo una época durante la pandemia donde no había gasolina y ahora que hay no alcanza para todos los trabajadores del volante.
“Tenemos una sola estación de servicio que surte a los transportistas en Maracaibo y se distribuye un día a la semana por placa. El combustible no es suficiente porque surten 40 o 50 litros por carro”, indicó Asis.
El pasaje que sube y sube
Tres aumentos de pasaje en el transporte colectivo urbano ha habido durante el periodo de cuarentena en el área metropolitana de Caracas.
A discreción de los transportistas la tarifa subió de 5 a 10 mil bolívares en julio, posteriormente se elevó a 20 mil Bs. y el pasado 8 de octubre salió en Gaceta Oficial el precio de 30 mil Bs. Todo esto en un país donde conseguir bolívares en efectivo es una tarea titánica.
El Comité de Usuarios del Transporte Público solicitó este año a la Superintendencia de Bancos y Otras Instituciones Financieras (Sudeban), la dotación de puntos de venta para los transportistas. Aún esperan por la respuesta.
“La ley dice que cada trimestre deben evaluarse las tarifas y después de diez meses fue que el gobierno acordó poner el pasaje en 30 mil bolívares, eso crea una anarquía porque cada quien cobra lo que le da la gana en el ínterin”, dijo Ocando.
Para Ocando, la cifra del pasaje urbano debe ser 60 centavos de la tarifa del dólar publicada por el Banco Central de Venezuela. “Nosotros propusimos que podíamos trabajar con 10 centavos más un bono de transporte para la tercera edad y el subsidio estudiantil, pero nada de eso ha sido escuchado”.
Según Giovanny Nieto, la situación del transporte colectivo es un reflejo de lo que sucede en toda Venezuela. “Debe mejorarse la situación económica del país, que haya políticas claras y reales hacia todos los sectores en general, porque en el caso del transporte nada hacemos con hacer ajustes a las tarifas, si los usuarios no ganan lo suficiente para pagarlas, una nación no avanza ni se desarrolla beneficiando a algunos sectores en detrimento de otros”.
Dolarización en ruedas
Hugo Ocando sostuvo que la economía venezolana la dicta el dólar paralelo y el transportista tiene que adquirir repuestos, cauchos, aceites y baterías a precios en divisas.
“Pareciera que la culpa de la crisis de transporte en Venezuela fuera absolutamente de nosotros, pero no es así. El transportista no puede generar ingresos suficientes para mantener las unidades y mucho menos comprar una nueva. Las 17 plantas ensambladoras de vehículos que existen en Venezuela están cerradas y el único que puede importar es el propio gobierno”.
Ocando denunció que de los lotes de autobuses Yutong que llegaron a Venezuela provenientes de China, solo un 5% fue entregado al sector transporte, los demás fueron a parar a manos de entes gubernamentales y consejos comunales. Hoy en día la mayoría de esas unidades que empezaron a importarse a partir de 2015 están en cementerios de vehículos, mientras en ciudades como Caracas el transporte colectivo se defiende con autobuses y busetas que datan de la década de los 70, 80 y 90.
Giovanny Nieto manifestó que algunos de sus compañeros se han visto en la necesidad de vender piezas de su transporte, repuestos e incluso unidades para poder sortear la crisis económica. “Los insumos y repuestos no se consiguen y cuando se logran ubicar tiene un precio exorbitante. Lo que uno produce se gasta en comida y no se puede guardar nada para el mantenimiento de las unidades”. agregó.
Nieto pidió al Ejecutivo poner empeño para resolver la crítica situación del transporte colectivo a nivel nacional.
“Los planes que se hagan deben pensarse bien para que beneficien a todos los sectores económicos por igual. En cuanto a lo que es el área del transporte, no solo es tarifas y combustible, hay que poner en práctica la venta regulada de cauchos, aceite y baterías, que hace años desapareció. Es necesaria una modernización de la flota, aunado a políticas sociales para los transportistas y sus familiares”.
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