Padre Badoglio: Pido a Dios humildad para reconocer que es Él quien hace las obras

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Cuando Dios tiene un plan, nada ni nadie puede impedir que su voluntad se cumpla. Él escoge a sus hijos, y sueña con un proyecto de amor para cada uno. Así fue como un joven deportista, con amplias aspiraciones profesionales, cambió los planes del momento para convertirse en sacerdote. 

El invitado del tradicional Desayuno-Foro preparado por EL IMPULSO, es el muy estimado padre Badoglio Durán, quien, en amena conversación, explicó al director de este rotativo, arquitecto Juan Manuel Carmona; al jefe de Redacción, José Ángel Ocanto; a la jefa de

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Información, Violeta Villar Liste, y a las periodistas Maevy Cordero y Haydeluz Cardozo, los motivos que lo impulsaron a decir sí a la vocación sacerdotal.

El presbítero, conocido en la Arquidiócesis de Barquisimeto por su carisma y espiritualidad, se confesó de manera sencilla y humilde. Nacido en Barquisimeto y criado en Duaca, este hombre de Dios sabe muy bien que la meta principal es el cielo.

Servicio y evangelio
El padre Badoglio sirve a diario como párroco de la iglesia Concepción de El Tocuyo, fundada en 1545. “El templo es una joya arquitectónica. Es una iglesia hermosa donde fácilmente caben mil 500 personas en una misa de sanación”.

Por años, el presbítero ha sido reconocido por sus conciertos de música católica, y por las hermosas eucaristías que llenan el corazón de las almas necesitadas.

Su padre fue el reconocido duaqueño Iginio Fréitez, quien, no sólo fue vendedor de EL IMPULSO sino corresponsal y cronista de su municipio natal. “Mi papá nos enseñó siempre el valor del trabajo. Nunca le reprocharé ninguno de los castigos que recibí”.

Desde joven es deportista al igual que sus nueve hermanos. Le gusta alzar pesas y practicó el fisicoculturismo llegando incluso a representar a Venezuela en eventos internacionales. En la escuela se destacó por sus buenas notas, junto a otro grupo de compañeros con quienes hacía sana competencia.

En sus tiempos de juventud también tuvo una novia, a quien confesó haber querido mucho. “Fue un bonito amor porque ella cantaba muy hermoso. Los dos cantábamos juntos”.

Aunque los amores de la juventud fueron especiales, un amor en mayúscula se ganó prontamente su corazón. La vocación nació de la forma más inesperada: a través del deporte. “Un día nos fuimos a jugar fútbol en el seminario de El Manzano y cuando vi jugar a los sacerdotes se me cayó la mandíbula. Los noté cercanos, alegres, comunes y corrientes y eso me enganchó”.

Aquella experiencia deportiva en el seminario, sembró en su corazón la semilla de la vocación sacerdotal. “Después de un retiro en Cubiro decidí irme al seminario. Recuerdo que le dije al padre Félix (su mentor), que tenía mucho miedo de que esa no fuera mi vocación. Pero un día, me armé de valor y le di a mis padres la noticia”.

Entre risas, el sacerdote recuerda que su papá, el querido señor Iginio, se molestó.
Su madre tampoco estaba contenta, pues tenía otras aspiraciones para el jovencito. “Yo estaba estudiando Veterinaria, pero el llamado de Dios fue muy concreto. El apostolado me atrapó completamente”. Fue así como en el seminario Divina Pastora estudió 3 años de Filosofía y 4 de Teología. Recibió en la ciudad de Navarra, España, la licenciatura en Sagradas Escrituras. Es profesor de hebreo y griego.

La nueva era de la evangelización

Aunque la liturgia de la Eucaristía debe respetarse, el sacerdote considera necesario hacer llegar el mensaje de Dios de una forma actual.

“Soy carismático, y siento que los dones del Espíritu Santo se derraman en la alabanza. Me gusta que la gente cante, que se le cambie el rostro alabando a Dios”.

El Evangelio, agregó, es siempre actual. “La Iglesia está llamada a cosas hermosas y nos invita a vivir en pureza. A los homosexuales, o a quienes viven en adulterio, no podemos cerrarles las puertas sino mostrarles el amor de Dios”.

En su parroquia se realizan retiros, encuentros, obras de teatro y conciertos. “El último retiro de jóvenes reunió a 900 muchachos. Una bendición de Dios”.

El padre Badoglio recalcó que la única forma de erradicar la violencia es a través de la fe. Sus visitas a los reclusos en la cárcel de Uribana, le permitieron ver las consecuencias de la falta de amor en la familia. “Me di cuenta que quizá ellos no tuvieron un hogar donde crecer con valores y con Cristo como centro”.

Estas experiencias de vida, han dado paso a experiencias espirituales. “He recibido el don de orar por los demás y pedir por su sanación. He visto milagros”.

En algunas de sus celebraciones, Dios ha manifestado su amor y paralíticos han recobrado la movilidad en sus piernas, enfermos se han levantado de camillas y hasta mujeres estériles han quedado embarazadas. “Siempre le pido a Dios que me dé mucha humildad para reconocer que es Él quien hace las obras. Mi mayor miedo es olvidarme de que sólo soy un instrumento; por eso le pido mucha humildad”.

Su consejo para los jóvenes y adultos es no perder de vista a Dios. Él está cerca de todos, dispuesto a darnos su amor. “El Señor siempre sale primero a buscarnos. Nos habla en cosas sencillas pero muchas veces no lo vemos”.

Fotos: Ángel Zambrano

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