Es noticia la nueva encíclica Fratelli Tutti de Francisco, quien antes nos ha convocado a tareas humanas de profundidad y envergadura en Laudato Si’ sobre el cuidado de la casa común, desde una visión ecológica y humanista integral. En su primera, Lumen Fidei completó con la fe el tratamiento de su antecesor a las virtudes teologales de esperanza y caridad, las herramientas de nuestra voluntad e inteligencia para ordenarnos al bien.
Estas son mis primeras notas acerca de una carta que esperaba. En libro de 2016 motivado por experiencias petareñas de esfuerzo y ahorro, justicia social y voluntad de progreso, me atreví a apostar que del Papa latinoamericano escucharíamos potentes pronunciamientos en materia económica y social. Aquí los tenemos en un cuerpo orgánico.
La Doctrina Social de la Iglesia no es un invento sobrevenido. Su raíz está en la enseñanza de Jesús, pero desde Rerum Novarum de León XIII en 1891, en once encíclicas de Pio XI a Benedicto XVI y la constitución apostólica Gaudium et Spes de 1965, se ha desarrollado y progresivamente actualizado, porque siempre los grandes principios, guías de nuestro paso por la vida, encontrarán circunstancias, obstáculos diferentes y por lo mismo desafíos cambiantes.
La novedad del documento de Francisco radica en la actualidad palpitante de sus verdades. Reivindica la solidaridad como sentido de la responsabilidad fraterna. Analiza la pobreza en su contexto concreto. Ve en los problemas globales reclamos de acción global, en el drama de las migraciones masivas, el desamparo de los más débiles y la trampa de la “pedagogía mafiosa” que ofrece protegerlos, signos del destino común de la humanidad que se nos manifiestan como reclamos. Si no me comunico conmigo no puedo comunicarme con el otro. Relee la parábola del buen samaritano en clave de prójimo extraño que nos recuerda que somos pueblo y el lema revolucionario de Libertad, Fraternidad e Igualdad como pista para la superación solidaria del individualismo.
Ojalá y no corra Todos Hermanos, la suerte de más de un documento pontificio. Más comentados que leídos, más criticados y alabados que comprendidos. Su interpelación nos invita al pensamiento, la conciencia y la acción.
De sus ideas, va ésta: “La esperanza es audaz, sabe mirar más allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y compensaciones que estrechan el horizonte, para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y más digna”.
Ramón Guillermo Aveledo