En la mayoría de los venezolanos palpita un fuerte sentimiento de justicia que se indigna ante la crisis que vivimos. No hay ninguna excusa que justifique la tragedia que el régimen ha causado tras 21 años de corrupción e ineptitud. Poco a poco destruyeron al país, mientras se escudaban en mentiras, desde iguanas, hasta guerras económicas que solo existen en sus fantasías. Así, el chavismo se ha valido de manipulación, trampas y violencia para aferrarse al poder. Su intención es mantener el statu quo, sin importar cuantos puedan sufrir por su culpa.
Sin embargo, la situación ya no da para más, los venezolanos no podemos quedarnos con los brazos cruzados observando como el país se derrumba a nuestro alrededor. Estamos cansados de las interminables colas por gasolina, la escasez de productos, la corrupción, las constantes fallas en los servicios básicos, la inflación, el matraqueo y los salarios cada vez más bajos. Nadie merece vivir bajo esas condiciones de miseria.
Por eso, no es casualidad que en estos últimos meses, ante el recrudecimiento de la crisis, hayan surgido innumerables protestas a lo largo y ancho del territorio nacional para exigir un cambio político que ponga fin a esta tragedia. Acorde al artículo 68 de nuestra Constitución, todos los ciudadanos gozamos del derecho de manifestarnos pacíficamente. Es un mecanismo legítimo y necesario que tenemos para exigir el respeto a nuestros derechos y los cambios que creamos necesarios para vivir en mejores condiciones. Es, además, un medio de presión contra quienes hoy se atornillan al poder y demandar su salida. Y Venezuela no dejará de protestar en las calles hasta que podamos volver a escoger a nuestro futuro.
En respuesta, el régimen ha tratado de silenciar cada manifestación en su contra. Mediante sus fuerzas de represión y la censura en los medios de comunicación, tratan de fingir una falsa normalidad. Quieren mantenernos sumisos y callados ante las injusticias. La tiranía se cree con la capacidad de atropellar a cada persona que piense distinto. Pero en cada uno de sus intentos por abarcar cada aspecto de la sociedad, se ha encontrado con una población llena de coraje que siempre le ha hecho frente.
Esta es una batalla que vale la pena librar y debemos tener la convicción que pronto obtendremos los frutos deseados. La lucha por recuperar la democracia y la libertad de Venezuela jamás será una causa perdida. Los venezolanos no vamos a rendirnos hasta que podamos reconstruir al país que tanto queremos. Nuestro deseo irrenunciable es transformar esta tierra en un lugar donde los derechos sean respetados, todos podamos gozar de calidad de vida y quienes se hayan ido puedan regresar con sus familias.
Stalin González