Hay motivos suficientes para creer. Sobran las razones para entender que hay más de una corazonada y que la libertad no es subalterna. Hay tiempo para presenciar un gran pedazo de la historia. Es la etapa crucial para soñar en condiciones reales. Lo he dicho a mil voces y convencido sobre todas las maniobras conjuntas para devolverle la paz a una nación en desvelo.
El informe de la ONU en esta ocasión es determinante y tiene a más de uno ovillado en consternación en Miraflores. Debería de ser una consecuencia natural y una conclusión lógica al maltrato nacional. Los culpables nos muestran sus huellas a diario de todo el dolor consumado. Para nosotros reviste de toda lógica. Pero el mundo estaba desorientado sobre el caso y ahora no. Caen como plomo los supuestos, pues los hechos están a la luz de todos.
La misión del organismo publicó -casi con los ojos desorbitados de asombro y con absoluta seriedad-, un informe en el cual se detallan las violaciones flagrantes a los derechos humanos. Este tomo de 443 páginas refiere que las órdenes se emanaban desde el palacio presidencial y con objetivos contundentes.
A ninguno de nosotros dejó atónito que se haya recabado la suficiente información para determinar sobre la orden directa por parte de Maduro en todos estos casos. Los venezolanos sabemos de sobra de qué es capaz el títere de Cuba. Que allana la inmunidad de cualquier diputado a su antojo y no requiere de orden judicial para efectuar sus escamoteos con la ley. Igual la tiene a su conveniencia y se inventa reglas a diario que él mismo infringe.
No es solo un informe más, pues lo rodean otros sucesos sucesivos en estos días. Pero llama la atención su contundencia y la forma en que los integrantes de esta misión establecieron su inigualable conclusión: “Maduro adoptó conductas que constituyen crímenes de lesa humanidad”.
Que ordenó detenciones arbitrarias, asesinatos y torturas de opositores. Sí, ya todos sabemos de todas esas irregularidades. En la Corte Penal Internacional sobran expedientes fríos del tema, interpuestos en años de abusos de poder, en los cuales tuvimos la injusticia constante ante nuestras narices.
Tal vez en la ONU prevalezca un manojo de contradicciones. No es posible que con estas pruebas más que evidentes, Venezuela siga perteneciendo al Consejo de Seguridad. Pero igual nos sirve y mucho este informe. No se quedará en otras circunstancias más; en una mera tertulia privada, sin que se escuchen las reverberaciones de los excesos.
Primera vez que se observa un informe de la ONU, con estas acusaciones ineludibles para unas autoridades en América Latina. También contó esta semana con el apoyo entusiasta de varios mandatarios de la región, quienes exhortaron la implementación de una medida real, para detener estos desvaríos de la justicia en nuestro país.
El aspecto más preciso referido en este trabajo de investigación, lo representa para mí, una frase legendaria sobre nuestra realidad: “las violaciones documentadas en este informe se produjeron en medio de una ruptura gradual de las instituciones democráticas y del Estado de Derecho en Venezuela desde 2014”.
A la par del informe, Donald Trump incluyó a Venezuela en la lista de principales países de tránsito y producción de drogas. Nada parecido a un título nobiliario ni a un honor de jerarcas. Más piedras fundacionales de la libertad. También Mike Pompeo se tomó la molestia de efectuar una gira latinoamericana, para buscar reforzar la seguridad regional ante las amenazas de Maduro.
Todo esto gira a favor, más allá de la posibilidad de encaminar todo hacia la jurisdicción universal o terminar de convencer al mundo de que los valores democráticos se esfumaron hace mucho de nuestro territorio.
No creo en rumores de pasillo, en audios de WhatsApp o en fotos falseadas. Las esperanzas no están en las especulaciones y, mucho menos, en el escepticismo. Nada estratégico será desvelado antes de suceder. No habrá sorbos para los incrédulos. Así no funciona la maquinaria de lucha, aunque se vean los esfuerzos por todos lados.
Nadie sabe la forma en que se desvanecerán nuestras angustias. Es un sueño recóndito que se hará realidad. Por eso me siento efusivo ante cada paso dado, en la amplia escalinata por la nueva independencia. Ya el planeta reconoce que solos no lo haremos, aunque tampoco lo harán por nosotros. El modo científico nos incluye con la suma de sus partes. La conjunción es la apuesta. Lo saben los norteamericanos y las diferentes naciones de Sudamérica. Lo cierto es que, en este momento, los hechos sobrepasan los presentimientos. Y eso nos impulsa a seguir creyendo en las buenas noticias que vendrán.
José Luis Zambrano Padauy
@Joseluis5571